Urge una alfabetización de la cultura



En Analfabetismo ecológico: el conocimiento en tiempos de crisis, un libro sobre gestión del conocimiento clave para trabajar sistemas de gobernanza y sociedades sostenibles, Rodrigo Tarté, tristemente, nos dice que desde hace mucho tiempo la humanidad rompió su diálogo con la naturaleza. Afirma que es importante saberlo.

Pero Tarté también nos aclara que más importante es saber que ese diálogo se puede retomar si somos capaces de aplicar una gestión integrada de conocimiento, que es un concepto de cooperación donde la investigación, la educación, la comunicación y el desarrollo de sistemas ayudan a tomar decisiones correctas. Hablamos de una alfabetización ecológica.

Es un sistema ecosistémico que integra lo mejor de la economía, lo social, lo ambiental, lo político y la cultura. Ya José Vasconcelos había afirmado algo parecido al hablar de una “integración de los métodos”, y autores como Octavio Paz y Mario Bunge, reflexionaron en sistemas que integraran disciplinas varias.

En la actualidad vivimos en una sociedad con un sistema desfragmentado donde se están perdiendo todas las conexiones cívicas, éticas y culturales.

La problemática radica en que el sistema de educación actual se basa en la lógica de la competencia que necesita el sector empresarial y esto fomenta el individualismo; se educa solo para competir y no para cuidar otras dimensiones.

Esta fragmentación puede ser reparada con la ayuda de la cultura: urge una alfabetización de la cultura. Para eso necesitamos una educación con un modelo integral que incluya lo mejor de la ciencia, la tecnología y la cultura.

Una educación donde las humanidades no estén desvinculadas de la ciencia y viceversa. Necesitamos un modelo pedagógico con una metodología que nos ayude a gestionar el conocimiento.

Valiosos pensadores como Rodrigo Tarté concluyen en que urge una nueva educación que se construya desde un modelo que enseñe a descubrir y entender las relaciones que existen entre sistemas distintos. Una educación para pensar, imaginar y sentir que repare las conexiones perdidas.

Solo tengo una pregunta: ¿tenemos la voluntad pedagógica para gestionar un conocimiento integrado en las nuevas generaciones?

El autor es escritor y promotor cultural

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