Yunta capital empresario



Desafortunadamente, a quien nunca supo o pudo incursionar en el campo empresarial le resultará difícil entender el tema y, a menudo, guardará rencores en contra del sistema. El asunto se vuelve crónico y peligroso cuando, a través del tiempo y el mal andar, pervertidas políticas se arraigan en una comunidad.

En nuestra comunidad panameña hemos dejado crecer la dormidera antiempresarial; en donde para el “pueblo” palabras como “empresario y capitalista” son vistas a la par de desalmado, ratero, aprovechado o simplemente “rico”, que es otra mala palabra. Fatal tergiversación, aupada por políticas de servilismo esclavizante. Es error garrafal dar sentido peyorativo a términos como empresario o capitalismo; en primer lugar porque, en mayor o menor grado, empresarios somos todos, en la empresa de la vida.

Empresario es quien emprende, y solo se puede emprender utilizando nuestros capitales, sean escasos o no. Como bien señalara el economista austriaco Eugen von Böhm-Bawerk: “Sin una acción empresarial el capital es estanco e inútil”. Y hablar de “capital” es hablar de nuestras mejores cualidades humanas, como la inteligencia, el buen ánimo, bien andar, y otras más.

El que estas cosas hayan llegado a ser apreciadas en sentido peyorativo es indicio de culturas disfuncionales, ya que no se puede prosperar si no es a través del sano emprendimiento, juntamente con el buen capital. Particularmente el capital de la cabeza, que es el origen del término “capital”; vale decir, “cabeza”.

La destrucción de la actividad empresarial para ser reemplazada por un “capitalismo estatal”; es camino a la servidumbre y a la pobreza. Hoy día, cuando vemos a los socialistas democráticos, tal como los neoliberales, con sus promesas de una justicia social indefinida, debíamos advertir el engaño; y peor aún, engaño liderado por los gobiernos.

Lo que buscan con esto es perpetuar el secuestro de la actividad política, que la hemos convertido en negocio. Pero la sana actividad económica va por los caminos de un empresarialismo ciudadano capaz de usar los capitales de la mejor forma. Que si en ello hay errores e injusticias, ¡por supuesto! Si no, no seríamos humanos. Lo que no tiene sentido es creer que aquello que no puede hacer el pueblo, sí lo pueden hacer los políticos.

Solo a través de la acción empresarial de los millones de ciudadanos que se agitan en lo suyo es que puede prosperar la comunidad. La actividad empresarial es lo que da fertilidad al suelo económico. Y hoy día, más que nunca en nuestra historia, surge la urgente necesidad de lograr una adaptación a los cambios que devienen en raudales corrientes transformadoras, que apuntan mucho más allá de lo imaginado, al mismo universo.

Cada día que vemos a politicastros que abogan por aumento de salarios mínimos y controles de precios que no se traducen en una producción más adaptativa y superlativa, es que debemos poner mucha atención. En La Prensa, veía a diputados defendiendo indefendibles planillas espurias. En cierto sentido tenían algo de razón; y es que si acostumbraron a algunos ciudadanos a comer de sus manos, difícil será destetarlos, lo cual es maldad. Y ello sin entrar a considerar que buena parte de los dineros de planillas son como los búmeran australianos, que luego de ser lanzados, regresan a las manos del lanzador.

Si verdaderamente buscamos servir al pueblo es imprescindible ayudarles a que sepan servirse por cuenta propia. Riqueza no es tener dinero bajo el colchón. Riqueza es contar con los medios productivos, que constantemente se amoldan a las estructuras de los capitales. En fin, sin empresarios lo único que nos queda son politicastros y pobreza. No basta con lograr aumentos en la productividad, ya que nada garantiza que continuará a futuro, si es que no aprendemos a adaptarnos. La riqueza demanda una yunta entre el ahorro y una fértil acción emprendedora, y si destruimos la clase empresarial, el resto de la población seguirá detrás. A diferencia, el socialismo va de la mano con la destrucción de los capitales.

En síntesis, el aparato productivo de hoy no será el de mañana si el mismo no va de la mano con una actividad evolutiva. Es como el ser bueno o casto, que son cosas que debemos lograr cada nuevo día que amanece.

El autor es empresario

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