“Hace tiempo que aquí no importa nada y que nadie da explicaciones por ningún hecho, por muy insólito que parezca”. Esto decía en otro artículo (Los libros perdidos, 10 de mayo de 2022) sobre el mismo tema que ya ustedes intuyen: Panamá no es solo abundancia de peces o mariposas, sino también, a nuestro pesar, abundancia de polillas, porque el apelativo “rata”, destinado a políticos de todo color y siglas, ha perdido vigencia.
Ahora son “polillas”. Estas no solo se comen más de nueve mil libros, también lo hacen con nuestra democracia, sus instituciones y nuestra confianza en ellas, más allá de que se rían de nosotros con explicaciones insólitas, como la de la ministra de educación (todo con muy minúsculas) que dice que fueron las polillas las que se comieron los libros del Instituto Nacional.
Pedagogía: este hecho, del que nos alertó la incansable Ileana Gólcher, es síntoma de un mal mayor: la desidia institucional y cívica. ¿Desde cuándo no se abren esos libros? En noviembre de 2019 o en marzo de 2020, ¿nadie abrió uno de ellos para dar cuenta de su estado? Otra vez: no son solo libros, son la constatación de que nuestro país se está pudriendo y amenaza ruina hace tiempo.
Maruja Guadalupe Gorday Moreno de Villalobos (nombre completo para que no haya duda), ministra de Educación: es usted la responsable política de este desastre, es usted la que responde de manera insólita a la ciudadanía y no da un golpe sobre la mesa y exige saber quién no hizo su trabajo y lo pone en la calle. Quizá hay que “salvar” a alguien que conoce a alguien que conoce a alguien.
Es usted la ministra de una educación deficitaria (deje la pandemia), que educa en la mediocridad y el simplismo, y que encima enseña al país la actitud que ha de tener ante los libros: son solo comida para polillas. Brillante respuesta, sí, digna del peor realismo mágico.
El autor es escritor