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TURISMO

En la agenda del nuevo gobierno

En la agenda del nuevo gobierno
En la agenda del nuevo gobierno

Las cifras hablan por sí solas. En 2018 el turismo generó a la economía mundial más de $10 billones, creó 320 millones de empleos –uno de cada 10 puestos de trabajo y uno de cada cinco nuevos empleos- y representó el 10.4% de la actividad económica global. El turismo creció más que las tecnologías de la información, las finanzas y todo lo relacionado con saneamiento. Solo estuvo detrás del sector manufacturero.

Con ese empuje global, una revisión de los resultados obtenidos por Panamá es deprimente. En lugar de incrementarse, el número de viajeros disminuyó 6.7% en 2018 comparado con el 2017. Ese magro rendimiento es producto del abandono del sector por parte del gobierno saliente. Pese a la presión del sector privado, no se movió un dedo en la primera mitad de gestión y pareció despertar a tropezones al final de la administración.

Las inversiones en la ampliación del Aeropuerto Internacional de Tocumen, en la nueva terminal de cruceros, en el centro de convenciones de Amador, en el de Chitré y el que se planea construir en Chiriquí son infraestructuras que facilitarían la recepción de turistas. No obstante, la clave para colocar a Panamá como destino turístico global está, primordialmente, en la promoción internacional.

Los centros de convenciones quedan como elefantes blancos si no son administrados en forma mixta, por el sector público y privado, y se conviertan en generadores de eventos de los mercados internacionales en los que se fomentan las más variadas actividades y negocios del quehacer humano.

La ley que originó en 2008 la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) también comprendió el Consejo Nacional de Turismo y al Fondo Nacional de Turismo. El primero se reglamentó, pero el segundo no corrió la misma suerte. Solo hace ocho meses –después de cuatro años de gobierno y constantes demandas del sector privado involucrado en el turismo- el Ejecutivo firmó la creación del Fondo de Promoción Turística Internacional, dotado de un presupuesto anual de $20 millones. Será administrado en forma conjunta por el sector público y privado, y se espera que la marca Panamá tenga presencia permanente en el exterior. Ahora debe garantizarse su continuidad para que no quede relegado en el cambio de gobierno.

Hay quienes plantean que, de igual modo, debe establecerse un fondo de turismo interno, entre el sector público y privado, para incentivar los destinos turísticos del país. Podrían participar la ATP, el Banco Nacional de Panamá, la Asociación Panameña de Hoteles y el Consejo Nacional de la Empresa Privada, creando un bono de turismo para incentivar el turismo local.

Otra idea que comparten los empresarios del sector es la reinstalación del seguro para turistas eliminado en 2014 y que representa una herramienta de promoción del país, de bajo costo y alto impacto.

Una iniciativa adicional sería la creación de una empresa de fomento turístico, quizá con el nombre Visita Panamá, que apoye a cientos de pequeñas empresas turísticas, hoteles chicos, posadas y actividades afines sin capacidad de promoverse a nivel nacional, mucho menos internacional. Esa empresa -de afiliación voluntaria a un costo mínimo y descuento de comisión- sería la encargada de producir el material promocional, realizar las reservaciones y ventas con sistemas de prepago, y establecer estándares de calidad.

El potencial futuro del turismo en Panamá es amplio y variado. El nuevo gobierno debe demostrar conciencia acerca de sus bondades para la economía y elevarlo a política de Estado. Sacar la promoción internacional del engranaje burocrático y dotarlo de los fondos necesarios para convertirla en una acción permanente y sostenida, debe ser otra prioridad. Eso pasa por nombrar al frente de la ATP a personal profesional, experimentado en el tema y alejado de la política.

Es urgente cambiar la percepción del panameño común en torno al turismo. Que no lo vea como algo lejano, centrado en grandes hoteles o aerolíneas, sino en un tema que lo afecta directamente y en forma positiva. Eso incluye el dominio del inglés y promover a través de la educación la vocación de servicio, vital en el negocio turístico.

La clave, al final, está en la estrecha sintonía entre el sector público y privado. Ejemplo lo están dando -por mencionar los más exitosos- Colombia, Costa Rica, México, República Dominicana y Perú.

En concreto, no hay que ser un gran visionario para darse cuenta de que el turismo es motor indiscutible de generación de empleos y crecimiento económico sostenible.

El autor es periodista


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