La inversión estatal de 10 mil 258 millones de dólares para la educación y formación vocacional, en la última década, no logró detener la abrupta caída de la participación juvenil en la expansión del empleo. Esta se redujo del 33%, entre 2005 y 2009, a menos del 5%, entre 2009 y 2016.
En Panamá la mitad de los estudiantes que comienza estudios secundarios no los termina, y el 95% de los graduandos de estratos humildes incursiona en un mercado laboral que, según el más reciente Informe de la Contraloría General de la República, contrató trabajadores con un promedio de 49 años de edad y 14 años de escolaridad para nuevos empleos estables, entre 2009 y 2016. Se agrava la tendencia advertida por la Alta Comisión de Empleo, al señalar que entre 2009 y 2014 los promedios eran de 45 años de edad y 13.3 años de escolaridad, respectivamente, en un país donde el 58% de sus empresas confrontan dificultades para encontrar personal idóneo.
Muchos jóvenes de estratos humildes prueban suerte en un mercado para el que no están preparados. El Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral solo logra llenar el 35% de las vacantes que ofrece en sus ferias de empleo. Mientras tanto, hay muchos desertores escolares en busca de trabajo, serias deficiencias de los egresados del sistema educativo estatal y poca propensión por parte de las empresas a capacitar a su personal.
Todo esto crea las condiciones para que entre un 28% y un 45% de los nuevos empleos que genera la economía los ocupen extranjeros, y genera un marcado aumento en la informalidad.
De hecho, desde el año 2009 la informalidad ha generado más empleos que la empresa privada. Entre 2012 y 2015 la mitad de los empleos creados en la economía fue informal, y el último año (2015-2016) la empresa privada perdió 16 mil 370 empleos, mientras que, de los 26 mil 476 empleos creados, 25 mil 717 fueron informales.
Nuestro sistema educativo no está generando las competencias que el sector productivo requiere, y esto tiene serias implicaciones para las perspectivas de empleabilidad de jóvenes en conflicto con la ley. Un reportaje de este diario, de abril 2016, señaló que de los 4 mil 10 jóvenes que han participado en el Programa Barrios Seguros, se ha capacitado a 2 mil 44, pero solo 320 tienen empleo, un 8% de los participantes.
Para muchos panameños, la educación estatal media y vocacional representa el único instrumento para ser parte del progreso y construir un proyecto de vida. El 65% de la fuerza laboral tiene educación media o inferior, y el 56% de los 487 mil 155 empleos agregados a la economía, entre marzo 2006 y marzo 2016, benefició a trabajadores con ese nivel de escolaridad.
La falta de pertinencia de nuestro sistema educativo y de formación laboral está contribuyendo directamente a la exclusión de grupos vulnerables y dificultando su movilidad social. De la capacidad de alinearlo con lo que el sector productivo requiere, depende nuestro futuro, como país.
