El arco seco tiene una extensión de 18 mil km2, de los 75 mil 517 km2 del territorio nacional, allí se estima que habitan unas 250 mil personas y se caracteriza por ser la región más árida del país.
Esta región en particular es fuertemente afectada cada año por las sequías que se viven en la temporada seca; sequías extremas donde se puede ser testigo del agotamiento del recurso hídrico superficial, midiendo las consecuencias en las pérdidas económicas de su población.
Sumado a este estrés hídrico se tienen los efectos del fenómeno de El Niño periódicamente, intensificándose este, cada vez más.
Afortunadamente, esta región esconde un apreciado recurso, el cual ha abastecido por décadas las necesidades humanas de sus habitantes: los acuíferos del arco seco. Un acuífero es un cuerpo de rocas permeables, saturado o no, con capacidad de permitir el movimiento del agua a través de ella por efecto de gravedad o drenaje, ya sea horizontal o verticalmente.
Un acuífero se caracteriza por su litología (formaciones geológicas que lo conforman), geometría (extensión, espesor, pendiente, nivel) y condiciones hidrodinámicas (zona de recarga, zona de salida y dominios adyacentes).
Al agotarse diferentes afluentes hídricos, se busca abastecer las demandas a través de pozos artesanales, donde el agua extraída suple las necesidades básicas y secundarias del hogar, supliendo igualmente las actividades agropecuarias desarrolladas.
De acuerdo al mapa hidrogeológico de Panamá, elaborado por el ya desaparecido Instituto de Recursos Hidráulicos y Electrificación en su versión de 1999, el arco seco presenta acuíferos con agua de buena calidad, enmedios sedimentarios marinos y productos volcánicos fragmentados.
Adicionalmente, y según el informe publicado por la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) en 2013, en el arco seco se encuentran aproximadamente 2 mil 137 pozos (datos tomados en 2008). Estos pozos se encuentran distribuidos de la siguiente manera: 266 pozos en Coclé, 715 en Los Santos, 653 en Herrera y 503 en Veraguas; todos ellos con caudales de explotación que varían entre los mil 500 hasta los 10 mil galones/minutos. Pozos perforados por el Ministerio de Salud (Minsa), Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA) e Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan), para satisfacer a diferentes entidades públicas y privadas del Estado. Sin embargo, esta información no es exacta, ya que existe una cantidad de pozos privados no contabilizados, así como nuevos pozos no registrados.
El agua subterránea es un recurso valioso para esta región, y las condiciones geomorfológicas la condicionan para su recarga anual. Se debe tomar conciencia de lo frágil de este recurso.
Por este motivo, se toma como referencia, a dos países pioneros en la gestión de sus aguas subterráneas, como lo son Chile y Francia.
Países situados en hemisferios y continentes diferentes, con leyes y regulaciones ambientales propias, que favorecen y trabajan por la preservación de sus recursos hídricos.
En el hemisferio sur, Chile maneja sus recursos subterráneos a través de la Dirección General de Aguas (DGA), departamento del Ministerio de Obras Públicas de Chile (MOP), o ya sea por gestión del gobierno regional.
La gestión del agua subterránea se controla a través de términos y regulaciones específicas de acuerdo a la zona geográfica sobre la cual se solicite permiso de exploración.
Con estudios detallados sobre números de pozos, metros de perforación, perfiles geofísicos, entre otros.
Entre las labores que realizan las entidades reguladoras, se encuentra el monitoreo del nivel estático de los pozos, así como los niveles de conductividad eléctrica y análisis físico químico del agua.
Por otro lado, en el hemisferio norte, Francia regula sus aguas a través de diferentes entidades con jurisdicción regional, donde la investigación y gestión de las aguas son las finalidades de sus trabajos. Por ejemplo, La Directrice Cadre sur l’Eau (DCE) “Marco de Dirección del Agua”, trabaja a partir de planes de gestión y programas de medidas por distritos hidrográficos.
Entre sus objetivos se encuentra la protección, mejoramiento y restauración de las aguas subterráneas; prevención de contaminación y deterioro (estado cualitativo) y aseguramiento de un equilibrio entre la explotación y recarga del acuífero (estado cuantitativo).
En Panamá se hace necesario reglamentar la exploración y explotación de aguas subterráneas, estableciendo normas que les permitan a los usuarios tener certeza jurídica y técnica de la normativa.
Las autoridades panameñas deben estudiar y decidir cuál institución del Estado es la más idónea para llevar a cabo esta responsabilidad, donde no solo se estudiará y se harán políticas de conservación de los acuíferos de una región, sino que se velará y se trabajará por la seguridad hídrica como patrimonio común de esta nación.
El autor es geógrafo, con maestría en hidrogeología de La Sorbona de París