La ciudad de Panamá se ve amenazada por constantes inundaciones que requieren respuestas coherentes e integrales por parte de las autoridades y de las empresas promotoras y constructoras de edificaciones. La omisión de los análisis y estudios apropiados provoca que tanto las autoridades como los empresarios carezcan de la información correcta para tomar decisiones. Esa situación me ha motivado compartir mi experiencia formativa en Francia y Chile en este tema.
Panamá cuenta con una exuberante fauna y flora regada por una abundante precipitación que posiciona al istmo con un importante perfil ecológico. Sin embargo, poco se conoce de lo que se esconde bajo sus pies: sus aguas subterráneas.
La hidrogeología es la disciplina que estudia el agua subterránea en sus diferentes aspectos. Este término nace del científico francés Jean Baptiste Lamarck, quien en 1802 publicó Hidrogeología, en relación al nacimiento de la biología como ciencia. A partir de su obra, Lamarck explica su teoría sobre la formación de las cuencas de las áreas marinas y terrestres a lo largo del tiempo.
La hidrogeología en Panamá se encuentra en su génesis, en comparación a otras regiones de América Latina, como Chile, México, entre otros países que cuentan con avanzados estudios, pioneros en la investigación e innovación acerca del saber de sus aguas subterráneas. En cambio, en el territorio panameño, los estudios hidrogeológicos son escasos o no están contemplados dentro de la agenda científica del Estado.
Como hidrogeólogo, mi formación académica la recibí en La Sorbona de París y mi primera experiencia profesional se inició en el Instituto de Investigaciones Agropecuaria de La Serena, región de Coquimbo, Chile, donde he sido parte de un proyecto pionero para América Latina en cuanto a la observación en tiempo real de la salinidad de las aguas de un importante acuífero situado en esta misma zona geográfica. En este acuífero se encuentra instalado un dispositivo de origen francés, el cual determina la resistividad de sus aguas en función al perfil litológico en su sitio de emplazamiento. Este monitoreo permite saber dónde instalar las bombas de explotación para llevar agua a la agricultura. Es decir, no se perforan pozos de formas arbitrarias sin un estudio científico del terreno sobre el cual se trabaja.
Un acuífero es una caja negra, un depósito de agua subterránea formado por un sistema que se compone de un reservorio, mecanismos internos, ciclo hidrogeológico, variabilidad en el espacio y condiciones de tiempo. No obstante, una napa que no haya sido estudiada previamente requiere de un profundo estudio de reconocimiento geológico, geomorfológico, uso de suelo y geofísico. Este último permite identificar las principales formaciones del suelo en diferentes profundidades.
Una primera interpretación de la composición litológica ayuda a identificar la profundidad en la que se encuentra el nivel del agua subterránea, lo que permite evitar que se hagan pozos fallidos, aquellos que se perforan sin encontrar agua, como suele ocurrir en Panamá con un alto costo económico. También esto ayuda a evitar que se construyan urbanizaciones o edificios desconociendo la composición de las capas freáticas del subsuelo. Lamentablemente, esto es muy común en Panamá y es la causa de muchos de los problemas de inundaciones del país.
A partir de un pozo de explotación, acompañado de pozos de observación, se estiman las variables hidrodinámicas del acuífero, así como la capacidad máxima de explotación del pozo para no llegar a sobreexplotar la napa subterránea. Esto también permite saber si el acuífero está saturado o no, y por lo tanto facilita las planificaciones para evitar las comunes inundaciones durante el periodo lluvioso.
Las condiciones hidrológicas, como las climáticas de la zona de estudio, ayudan a determinar las zonas de carga y descarga del acuífero. Además de las infiltraciones y caudales de aporte. Un estudio hidrogeológico se complementa de muchas otras disciplinas, que juntas ayudan a comprender uno de los recursos de agua dulce más importantes que puede poseer una nación.
Actualmente, entidades públicas del gobierno central y el Municipio de Panamá llevan a cabo licitaciones de estudios hidrológicos y de vialidades en áreas de la ciudad de Panamá u otras regiones, donde solo se toma en cuenta el agua superficial. Recordemos que las aguas pluviales son solo una parte del ciclo hidrológico, que las aguas subterráneas conforman la otra parte del ciclo, y de las cuales no se suele hablar. Además de canalizar las aguas superficiales, construir puentes, alcantarillas, carreteras sin la capacidad correcta de desagüe y desviar cauces de ríos, es importante conocer el subsuelo, el nivel freático, porosidad y permeabilidad, para así evitar deslizamientos, inundaciones y otras dolorosas consecuencias por una mala gestión integrada de las aguas superficiales y subterráneas.
Panamá necesita conocer sus acuíferos y comprender sus dinámicas para poder ofrecer un uso sustentable tanto para la sociedad como para la misma napa subterránea.
El autor es geógrafo con una maestría en hidrogeología de la Universidad La Sorbona de París