Estamos en un año preelectoral, en el que los protagonistas del escenario político comienzan a poner en práctica sus estrategias, con el propósito de ganarse la candidatura para un puesto público. Para comprender este fenómeno utilizamos la analogía de un juego de ajedrez, en el que cada jugada obliga al rival a descifrar la estrategia del contrincante para luego proceder a la próxima jugada.
En el juego de ajedrez, los peones cumplen una misión, están dispuestos a sacrificarse por cumplir una tarea, son los primeros que asoman la cabeza y asumen el riesgo de desaparecer. En la política sucede algo similar, los primeros que anuncian sus candidaturas podrían ser peones que están cumpliendo la misión para posicionar a un candidato que por razones de estrategia en estos momentos no es visible.
La lucha por el poder político es una confrontación, y de alguna manera los contrincantes tratan de conocer los planes de su opositor.
Los caballos tienen la capacidad de saltar y adentrarse en el escenario del rival para conocer sus estrategias. En la política, hay protagonistas que a pesar de estar inscritos en un partido, se sospecha de su lealtad, y que están cumpliendo una misión en favor del partido opositor.
Los alfiles son como colaboradores de mando medio, que otean el horizonte para desplazarse en forma diagonal en todo el escenario. Tienen un nivel jerárquico mayor que los peones, por lo tanto, se preserva conservarlos por mayor tiempo en el combate. En los partidos políticos, los miembros con mayor antigüedad y que han demostrado lealtad se desempeñan como alfiles.
Las torres constituyen las fortalezas del juego de ajedrez y cumplen funciones estratégicas, se desplazan en línea recta hacia adelante y hacia los lados. En los partidos políticos hay quienes están pendientes de cada una de las acciones de su opositor y adecúan las estrategias de acuerdo a la dinámica del entorno.
La reina tiene una capacidad letal en el juego, se desplaza en cualquier dirección, hacia adelante y a los lados en forma recta y transversal. Cuida la integridad del rey. En la política, hay actores que tienen esa misión, son escuderos de quien ha de liderizar el proyecto político.
El rey, sus movimientos son reservados, puede dar un paso en cualquier dirección y no debe asumir tantos riesgos.
Si logra conservar su integridad, significa que ha vencido a su contrincante, gracias al trabajo de su equipo, no obstante, en el camino quedan muertos y heridos que se han sacrificado para alcanzar el triunfo. El rey, en este caso, sería el personaje que al final ha de ser el candidato presidencial.
A quienes observamos el ajedrez político, nos corresponde ubicar en este momento a los actores del juego.
El autor es docente universitario