Al final la educación sí fue la estrella de este gobierno. La estrella de la corrupción. Lo que hemos visto de los auxilios económicos es una muestra obscena de eso. Y subrayo. Lo que hemos visto, porque el 56% de los beneficiarios sigue oculto. O sea que si lo que sabemos es escandaloso, imagínense lo que no.
Solís dijo que fue su decisión no publicar el nombre de los beneficiarios y que no la cambiará porque la Contraloría no es un ente político. Ajá, pero oculta información pública para proteger a políticos. Cosas que solo entiende él, que se acabó creyendo el cuento que echa. Nadie pide información confidencial. Solo saber quién recibió fondos del Estado. Hasta Antai, que es un desastre, ha dicho que eso es público.
Pero Solís cree que está en su finca regalando su plata, amparado por una ley que él promovió y los diputados que lo nombraron aprobaron, que le permite abrir y cerrar auditorías a su criterio sin responsabilidad para él ni para los auditores. Y mientras la Corte no diga si eso es constitucional o no, estamos bajo un régimen discrecional, no legal, que permite estos abusos descarados. Tan descarados como Solís aceptando que él mismo recibió un auxilio… o yendo a presentar una demanda en medio de esto, pero no de esto. Yo pensé que iba a entregarse o a demandarse a él mismo. Pero no.
En esa lista hay, como vimos, hijos de funcionarios, grandes empresarios, donantes y contratistas del Estado. Descarados todos. También hay gente que no terminó su carrera pero cobró el auxilio completo, gente con carreras de $70 mil que recibieron $199 mil, gente que fue a universidades que tienen acuerdos con Panamá pero fueron auxiliados full price, gente a la que le pagamos universidades normalitas a precio de Harvard, gente que yo no sé cómo se fue en pandemia si los aeropuertos estaban cerrados, gente que se fue a estudiar carreras que igual debían revalidar aquí, gente que se quedó viviendo afuera, gente que nunca ejerció lo que estudió, gente que fue a estudiar moda porque claro, pagamos impuestos para que una niña vaya a cumplir su sueño de estudiar moda. Y así. Un caso más impresentable que el otro.

Y como el fin de los embarrados es enlodar a otros pensando que eso los librará de culpas, han salido varias versiones de la lista mezclando auxilios con becas y préstamos. Por eso vemos gente que renunció a su auxilio, pero sale cobrado. O que no recibieron auxilio sino beca o préstamo, cosas totalmente válidas.
Para las becas y préstamos hay reglas. Los auxilios no son reembolsables, no se dan por concurso ni exigen un promedio alto ni destacar en nada. Del tema solo hay dos artículos de 71 que tiene el reglamento del Ifarhu, y uno dice que los auxilios tendrán una reglamentación especial. Que obvio que no han querido divulgar, si es que existe.
De hecho, en 2022 este gobierno flexibilizó el reglamento. Antes había que sustentar la necesidad económica y solo pagaban carreras afuera si eran útiles para Panamá. Ahora la necesidad se sustenta solo en ciertos casos (discrecionales, otra vez) y mandan afuera a todo el mundo porque aquí mandan las apariencias y antes muertos que estudiar en Panamá. Y si es gratis, mejor.
Es que este escándalo revela todo lo que está mal en este país. Conflictos de intereses, tráfico de influencias, despilfarro, opacidad, corrupción y juega vivo. Mientras unos pueden acampar una semana afuera del Ifarhu y no recibirán ni los buenos días, a otros les dan lo que quieran y en horas. Literal. Hay solicitudes que demoraron más de un año en procesarse. Otras se aprobaron en horas. Es que es eso lo que molesta. La palanca para unos y la patada para otros.
Solo de lo que sabemos, han gastado $141.6 millones en 2 mil 759 auxilios. Pero como hay cifras contradictorias en todo, ese número sería cuatro veces mayor, porque el propio contralor dijo que este gobierno ha dado 9 mil 906 auxilios. ¿Cuántas familias hubieran podido salir de la pobreza con esa plata? Aquí todavía hay gente sin agua. Sin luz. Apenas la semana pasada murió un niño de 15 años porque no recibió atención médica oportuna. ¿Para que un poco de privilegiados reciban auxilio económico? Y además se indignan. ¿No quieren que señalen a sus hijos? No los expongan. ¿No quieren que la gente se entere? Dejen la sinvergüenzura y paguen pues.
Y tan impresentable como todo lo anterior es el silencio del Ifarhu, de Nando Meneses y de la ministra de Educación, que preside el Consejo Nacional del Ifarhu. La pregunta es qué pasará ahora. ¿Nada? ¿Otra vez nada? Panamá, la factura se pasa el 5 de mayo.