Al grano: CSS, condena de muerte



Al grano: CSS, condena de muerte

Ser pobre en Panamá es estar condenado a la muerte. A la desidia, la inhumanidad y la muerte.

En el Complejo no hay siquiera papel blanco para documentar los procesos ni para recetar. ¡Papel! Urgencias no tiene siquiera algodón, hilo para suturar, gasa, catéteres… No hay cardiólogos. Urgencias no tiene teléfono para comunicarse con otros departamentos. Está atiborrado y no hay procesos para trasladar pacientes a otros hospitales. No, los tienen ahí represados para que salgan más enfermos de lo que llegaron. Si salen.

Cuidados Intensivos, donde están los pacientes más enfermos del hospital más importante del sistema, tampoco tiene ni lo básico. No tiene pruebas de gases arteriales, que analizan el nivel de oxígeno y acidez en la sangre. Si el oxígeno está bajo y el ácido alto, o corren o te mueres. Tampoco hay nitrógeno de urea en sangre. No se puede medir si al paciente le funciona el riñón o le falla el corazón. Y uno de cada tres pacientes en intensivos tiene falla renal. Tampoco hay calcio ni magnesio, básicos para el funcionamiento del corazón, los músculos y los nervios. Ni exámenes de sangre para evaluar el estado nutricional de los pacientes. Les dan harina o harina. Calidad nutricional, nula. Siete de cada 10 pacientes de intensivos están malnutridos, y demoran más en recuperarse.

Tampoco hay omeprazol para las úlceras, cuando en Intensivos es estándar prevenir tres cosas: infecciones, úlceras y coágulos. Ni anti convulsionante, cuando el infarto cerebral es uno de los principales motivos de admisión a Intensivos.

Uno de cada cinco pacientes, después de estar entubado una semana, tendrá neumonía. Lo dice la estadística. Bueno, no hay trampas. O sí. Pero me refiero al insumo que cultiva flema y detecta la infección. Hay 70 ventiladores de transporte dañados. A menos que haya alguien dándole aire manualmente, el paciente no puede trasladarse a hacerse procedimientos en otras áreas.

Todo esto, en una sala de un hospital. Cartas van, años vienen, y nada pasa. Las ambulancias tardan horas (cuando llegan) y no hay cardiólogos, porque están en la Ciudad de la Salud.

Ese es otro fraude. Un cascarón en el que no saben si los ductos de oxígeno están bien puestos, entonces no hospitalizan niños para que, por si acaso, no mueran ahogados. Tienen equipos, pero hay días en los que no operan por falta de insumos. No hay marcapasos ni protamina, el antídoto de la heparina. Y como el paciente se puede desangrar, no lo operan. Y médico que habla, médico que botan.

Ah, y la farmacia es bruja. No tiene los permisos del Minsa. ¿Con qué controles opera? Ah, pero entonces condenan a Iván Sierra por la muerte de los neonatos, porque era jefe de un departamento que usó un medicamento aprobado y que fue dispensado por la farmacia del Seguro.

Y cuando el ministro de Salud pregunta qué insumos de emergencia necesitan -la semana pasada- Lau dice que están al 100%. ¿Cómo se come eso, si a diario se denuncia lo contrario?

En el Seguro hay 15 médicos ganando más de $8 mil, en labores administrativas. ¿Ha mejorado algo? Y busquen esos nombres y díganme si han oído de ellos.

Ahora inauguran un hospital modular dizque para atención de desastres. ¿Otro hospital, solo para nombrar a más amigos con salariazos? Es absurdo generar más gastos que los que ya genera la Ciudad de la Salud, que no resuelve.

La gente hoy espera 36 horas por una cama de Urgencias. Más lo que demoren en atenderlo. Para una cirugía rutinaria de vesícula hay que esperar de nueve a 24 meses. Ya cuando se reventó la vesícula. Eso, si no cancelan la cirugía porque hay escapes de agua en el quirófano o te quedas trabado en el elevador, si sirve.

Entonces te hospitalizan por meses. ¿Qué sale más caro? ¿Darte los tres golpes diarios o comprar los insumos, operarte y dejarle la cama a quien sí la necesita? Existe el trámite usual, y así se llama, para comprar insumos de ya para ya. Ah no, pero ellos, siempre estratégicos, esperan la jugosa licitación de $146 millones. Mientras siguen tratando a la gente como animales.

No hay excusa para el desabastecimiento. Ni para la mala atención. ¿Quién mide la productividad de los médicos? Y el que quiere hacerlo bien no tiene cómo. Y ni hablar de Contraloría, que frena las compras de insumos por pequeñeces. Pero a los auxilios económicos, paso expedito.

Aquí hay equipos de cardiología de $2 millones guardados. ¿Quién gana ahí, fuera del que las vende o las compra? Y esto es aquí, con los ojos encima: ¿cómo será en el interior?

Ahí tuvieron los diputados a Dino Mon esperando 12 horas para ratificarlo, más otro par de días contestando lo que a Lau no le preguntaron en cinco años. Porque lo citaron, pero no fue y ellos no insistieron. Pero eso es lo que pasan los pacientes… cuando les va bien. El reto es enorme.

Y doctor Lau. Nada puede describir lo mal que la pasan los pacientes. No tiene nombre. Siendo neumólogo e intensivista, ¿no le da pena que siga muriendo gente todos los benditos días por la falta de la atención que a usted le tocaba asegurar? Si le quedó grande, ¿por qué no se fue?


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