Son novelas con tema de la Invasión: Operación Causa Justa (1991), de Enrique Chuez que fue la primera novela con el tema. Las luciérnagas de la muerte (1992), de José Franco. Negra pesadilla roja (1993), de Mario Augusto Rodríguez. Cicatrices inútiles (1994), de Juan David Morgan. Y cayó sobre nosotros el estruendo de la muerte (2002), de Jilma Noriega de Jurado. Hombres enlodados (2012), de Javier Stanziola y Aviones dentro de la casa (2016), de Carlos Fong. En este artículo voy a referirme a la novela corta Una corona con cantáridas (2018), de Rogelio Guerra Ávila.
Una corona con cantáridas ganó el Premio Sagitario Ediciones de Novela Corta (2017-2018). Rogelio Guerra Ávila, como en otras novelas con elementos históricos, logra una vez más escribir una historia con un manejo diestro del tiempo que entrelaza tres períodos históricos y geográficos distintos; manejo del lenguaje fresco y coherente y una indagación de las relaciones humanas desde la condición existencial.
Rogelio Guerra Ávila nació en la ciudad de Panamá, en 1963. Licenciado en Contabilidad por la Universidad de Panamá. Como novelista ha ganado en cuatro ocasiones el Concurso Nacional “Ricardo Miró”: en 1990, con “Cuando perecen las ruinas” (1991); en 2002, por “El largo camino de regreso” (2003); en 2016, con “La puerta de arriba” (2017); y 2022, con La Miscelánea. Obtuvo el Premio “Joaquín Beleño” 2017 de la Universidad de Panamá por su novela “Reina de todos los santos”. Ganó en 2018 el Premio Centroamericano de Literatura “Rogelio Sinán”, por su novela “La muerte sin pensar en ella” y el Premio “Sagitario Ediciones” de Novela Corta, con “Una corona con cantáridas”.
Las acciones de Una corona con cantáridas se enmarcan en el contexto de la invasión de Panamá en 1989. La historia se centra en Jerónimo Chirú, un hombre de avanzada edad que, al enterarse de la persecución de los militares leales al general Noriega y las requisas arbitrarias de las casas de los civiles, decide deshacerse de su vieja escopeta, una Winchester Modelo 1912, para que no lo confundan con un militar. Durante este proceso, Jerónimo descubre un cofre enterrado en su traspatio que contiene una valiosa corona adornada con esmeraldas. Este hallazgo desencadena una serie de recuerdos y reflexiones sobre su vida, su relación con su esposa Mahuampi Joiro, y los desafíos que han enfrentado juntos.
La novela usa un narrador omnisciente que tiene acceso a los pensamientos y sentimientos de los personajes, especialmente de Jerónimo Chirú. Desde este punto de vista logramos tener una visión amplia y profunda de los eventos y las emociones de los personajes, lo que proporciona una comprensión de sus experiencias y motivaciones. El lector atento podrá percibir cómo algunas palabras clave se presentan a través de las relaciones románticas, sociales, familiares y religiosas. La invasión y la guerra, que se presentan en la relación histórica de la Invasión de Panamá, los escenarios rurales y la cultura de República Dominicana, el saqueo del Pirata Morgan; la religión, en la devoción de Mahuampi por la Virgen de la Asunción; la memoria y olvido, en la demencia senil de Mahuampi y los recuerdos perdidos; la familia, en relaciones entre Jerónimo, Mahuampi, sus hijos y la viuda de Chirú. Esta lectura de códigos existenciales en la novela es importante.
Sin duda el amor es la palabra más poderosa en la novela. Desde el amor juvenil entre Jerónimo Chirú y Mahuampi Joiro; intenso y apasionado a través del tiempo. El amor breve pero intenso entre Surubí Joiro y Max Hamphy marca de forma profunda a Surubí, quien nunca olvida a Max y bautiza a su hija con su nombre para evocar su recuerdo. El amor filial que vamos a ver en Mahuampi y sus hijos; aunque ellos le causan dolor y preocupación, su amor por ellos es incondicional. La devoción religiosa es otra forma de amor que se representa como una constante existencial en la Virgen de la Asunción. El amor se presenta en diferentes contextos como el sacrificio y la resiliencia; la capacidad de los personajes para enfrentar y superar las adversidades.
La trama se desarrolla en dos planos temporales: el presente, durante la invasión, y el pasado, a través de los recuerdos de Jerónimo. En el presente, Jerónimo debe lidiar con la incertidumbre y el caos de la invasión, mientras que, desde el pasado, se exploran sus recuerdos de juventud, su relación con Mahuampi, y los desafíos que ha enfrentado a lo largo de su vida. La corona con esmeraldas sirve como un símbolo que conecta ambas líneas temporales y revela la profundidad de su relación y las pruebas que han superado.
Como siempre, Rogelio Guerra Ávila, se vale de un lenguaje rico y descriptivo, con un estilo que combina la prosa poética con la histórica. Un lenguaje evocador para describir tanto los eventos históricos como los detalles cotidianos de la vida de los personajes. El uso de metáforas y simbolismos, como la corona con esmeraldas, añade una capa de profundidad y significado a la narración. La Invasión fue un golpe doloroso al tejido social panameño y la buena literatura ayuda a reconstruir las heridas desde el lenguaje, la memoria y la imaginación. En este sentido, Una corona con cantáridas es una novela ejemplar que merece ser leída.
El autor es escritor.

