A muchas personas les desagrada pensar en la vejez y la muerte, sin embargo, esas son cosas que debemos asumir con dignidad y preparación personal. Sin embargo, ¿Cómo dejar en manos de un gobierno (tan similar a los pasados) lo más vulnerable de nuestro porvenir? El panameño tiene que despertar y actuar, empoderarse y protagonizar en pleno, la lucha por su supervivencia. Exigir, jamás esperar a que le rindan cuentas. Por eso es que andamos como andamos, porque los maleantes suelen ser más proactivos y perseverantes que los decentes en nuestro país. Decir “eso no es conmigo” o meter la cabeza en la arena, son mecanismos escapistas que se pueden utilizar durante un tiempo. Hasta que uno empieza, precisamente, a pensar en la vejez y la muerte. Entonces, no queda más que dejar el papel de víctima, y encarar las consecuencias de nuestras acciones u omisiones.
Es definitivo que debemos afrontar el problema del Seguro. Eso no es discutible. Sin embargo, y para evitar caer en un problema aún mucho mayor, nos urge cuestionar la forma en que este gobierno nos ha planteado las cosas. Aquí hay otra historia que no nos están contando. Este jueguito del Seguro Social tiene un tufo agrio, a trampa. Si usted no es contable ni economista, olvídese de los tecnicismos. Utilice el sentido común, la lógica.
Existen temas que debimos haber discutido antes de meternos con las diferentes “corridas” y “parámetros”. Pero, con el cuco de que nos vamos a quedar sin dinero, corrieron a montarnos en el carrito. ¿Cuál es el apuro? ¿Dónde están los estudios reales de que la situación es tal y cómo nos la están presentando? ¿Será que como siempre, “alguien le dijo a alguien”… y ahora todos tenemos que correr ? Disculpen, pero eso no termina de convencerme.
Hace más de un cuarto de siglo, gran parte de nuestro pueblo dejó de creer en los administradores de la cosa pública. Entonces, ¿cómo podemos pedirle a los de su misma ralea, que nos den solución a un problema que sus propios ancestros políticos generaron? ¿Podrán juzgar a alguien?. Dicho de otro modo, ¿Acaso caimán come caimán?. Eso es como darle a cuidar el pan, a quién suele comérselo sin permiso y sin compartir. Lo cual, más que un evento autolítico, tendría las proporciones de una real disociación social. Además, ¿dónde están los estudios de un organismo internacional e independiente pagado por el Estado panameño, que sustente esto? Digo, para que luego lo pre aprueben los expertos locales.
Por otro lado, no se puede pensar ilusamente. ¿Cómo seguir usando algo que no se ha reparado? ¿Cómo seguir echándole monedas a un bolsillo roto? Eso no tiene sentido. Antes de tomar cualquier medida, paramétrica o no, deben existir los esquemas y mecanismos que evitarán la continuidad del sangrado al Seguro Social. ¿Cuál ha sido el esfuerzo del gobierno por juzgar a quienes malbarataron nuestros ahorros? Por lo menos para ayudar a paliar. ¿O el esfuerzo es sólo de nuestro lado? ¿Será que estamos frente a otro emparche, y en un par de años más tendremos la misma situación o peor? Tal vez, afectando, entonces sí, a todos los jubilados.
Si estas preguntas no son respondidas de forma verosímil, de facto y con pruebas fehacientes… tenga usted la seguridad de que nos están estafando de nuevo. Y así no podemos negociar.
El autor es ingeniero en sistemas