¿Auxilios económicos para quiénes?



Panamá es un país donde la desigualdad social es una realidad palpable e innegable, los auxilios económicos del Instituto para la Formación y Aprovechamiento de Recursos Humanos (Ifarhu) deberían ser una herramienta para nivelar el campo de juego social. Sin embargo, recientes revelaciones que no parecen terminar han puesto en tela de juicio la verdadera finalidad de estos fondos. ¿Estamos realmente ayudando a quienes más lo necesitan, o simplemente engrosando las arcas de quienes ya tienen suficiente?

El Ifarhu, en teoría, tiene la noble misión de apoyar a estudiantes de escasos recursos para que puedan acceder a una educación superior. Pero la práctica ha demostrado ser otra historia. Los auxilios económicos, que deberían ser becas para los más necesitados, han sido otorgados a personas con poder económico y provenientes de familias adineradas. ¿El resultado? Fondos públicos mal utilizados y oportunidades perdidas para aquellos que realmente las merecen.

Es irónico, por no decir trágico, que en un país donde muchos jóvenes luchan por costear sus estudios, los auxilios económicos terminan en manos de quienes pueden pagar sin problemas. Peor aún, en varios casos, estos fondos no se utilizaron para estudiar carreras universitarias, o las carreras no se llegaron a terminar. ¿Qué mensaje estamos enviando a nuestra juventud? ¿Que el “juega vivo” es la mejor estrategia para prosperar?

El sarcasmo social no puede faltar aquí: parece que el Ifarhu ha confundido “auxilio económico” con “subsidio para los ricos y amigos”. ¿Acaso no hay suficientes recursos en las familias adineradas para costear una educación sin necesidad de recurrir a fondos públicos? ¿O es que hemos llegado a un punto donde la avaricia no tiene límites y se busca exprimir hasta el último centavo del erario?

Es hora de hacer un llamado a la justicia social y a la equidad. Los auxilios económicos deben ser destinados a quienes realmente los necesitan: estudiantes de escasos recursos con buen índice académico. Estos jóvenes, que, a pesar de las adversidades, se esfuerzan por alcanzar sus sueños, merecen nuestro apoyo. No podemos permitir que los fondos del Estado sean utilizados de manera tan inequitativa y en clientelismo político.

El gobierno debe tomar medidas drásticas para corregir esta situación. Es imperativo revisar los criterios de elegibilidad y establecer mecanismos de control más estrictos para asegurar que los auxilios económicos lleguen a quienes realmente los necesitan. Además, se debe considerar la posibilidad de recuperar los fondos mal utilizados y redirigirlos a programas que beneficien a los más vulnerables. La recuperación de los fondos mal utilizados es una tarea imperativa.

Los auxilios económicos del Ifarhu deben ser una herramienta de equidad y justicia social, no un premio para los privilegiados. Es momento de actuar con responsabilidad y asegurar que el dinero del Estado sea utilizado para construir un futuro más justo y equitativo para todos los panameños.

El autor es escritor y máster en administración industrial


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