Avanza la derecha ultra en Europa



Según las estadísticas, el 51% de la población europea votó en las recientes elecciones parlamentarias. A partir de 2024 serán 720 diputados.

Las fuerzas predominantes en el quinquenio que está por finalizar le daban una holgada presencia a la centro-derecha, que con alianzas con los socialistas y otras fuerzas le permitían gobernar.

Las fuerzas presentes, y las dominantes, en el quinquenio que termina este año, están constituidas por siete grupos políticos, no por países. Hasta ahora, dominaba una coalición de centro, con presencia de grupos menores en ambos extremos del espectro político. En las elecciones de este año hubo un desplazamiento de las preferencias de los europeos, y aunque el centro conserva el control de la situación, esos avances suponen retos importantes para la convivencia europea. Y para el resto del mundo, eventualmente.

Las recientes elecciones mandaron un mensaje claro: la ultraderecha se posiciona como primera fuerza en Francia, Italia, Austria, Hungría y Bélgica, y avanzó de manera significativa en España y Alemania.

Entre las potenciales consecuencias de este movimiento, el centro europeísta continúa manteniendo el control. Sin embargo, los movimientos que contestan la existencia misma de la Unión Europea, dirigen sus esfuerzos en lugar de deshacer su vinculación, a pasar a aumentar su presencia, e influir en las decisiones de la Unión Europea.

Siendo esa ultraderecha de cariz proteccionista, conservador, anti inmigración y contestaria del dominio de la Unión Europea, para algunos su avance es casi natural, casi mecánico, como una reacción a una supuesta izquierdización de los gobiernos. Para otros, es apenas un ajuste o compensación de desequilibrios resultantes de políticas liberales, tales como la tendencia a la igualdad de géneros, la flexibilidad para atender la inmigración ilegal, la cesión de soberanía a la Unión identificada en su sede en Bruselas, etc. Igualmente, a un resurgimiento de los nacionalismos. Para otros, el mismo modelo de sociedad de bienestar que le ha permitido a Europa, por un lado, reducir las rigideces sociales, pero que según otros, limita la creatividad, la iniciativa o penaliza el éxito. En cualquier caso, de manera soterrada, creo que el concepto de Unión Europea está en el fondo de la discusión y las políticas de subsidio a los países menos desarrolladas de la Unión, molestan a todos. A unos, por excesivas. A otros por insuficientes en comparación con las obligaciones concomitantes.

De nuestro lado del mundo, también hay contradicciones. De un lado, un número significativo de países giran hacia la llamada izquierda tipo siglo XXI, de distintos matices, como son Chile, Brasil, Colombia, Nicaragua, Venezuela, Honduras, Nicaragua, México y Cuba. Del otro, nos encontramos con el emblemático presidente Javier Milei en Argentina, los países andinos y Centroamérica, mayormente. Entretanto, en Estados Unidos se proyecta para las próximas elecciones, la fuerte posición del ex presidente Donald Trump, con su discurso proteccionista, anti inmigrantes y llamativamente con un discurso pro familia tradicional.

¿Dónde quedamos? Temo a la pérdida de importancia estratégica de nuestro país en ese convulso panorama. Me inquieta que las políticas europeas mirándose el ombligo aticen las presiones sobre nuestra economía de servicios.

Creo que en Europa están en juego esas fuerzas nacionalistas conservadoras proteccionistas, que desalientan la competencia, la creatividad y la colaboración internacional.

Urge que las mejores mentes panameñas con que contamos en estos temas, aporten y contribuyan a diseñar la política exterior atendiendo los mejores intereses nacionales.

El autor es economista y amigo de la Fundación Libertad.


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