Algo quedó claro tras las protestas por la aprobación del contrato minero: a la mayoría sí le importan ciertos temas ambientales. Y esa lección fue tan sencilla, que la habrían podido aprender hasta los perros de Pavlov. Pero no nuestras autoridades. En una inspección a Minera Panamá esta semana, el ministro de Ambiente declaró que no observó daños ambientales. “Todos pueden ver que no hay contaminación. No hay nada a la vista”, indicó. O sea, que si usted no lo ve, no existe. Con razón nadie se tomó el trabajo de fiscalizar a la minera entre 2022 y 2023.
El ministro Milciades Concepción dice estar "muy conforme" con su gestión en @MiAmbientePma https://t.co/rLx5Yn2AoO pic.twitter.com/n38tKBlFg5
— La Prensa Panamá (@prensacom) January 11, 2024
Y si así andan las cosas en el entorno nacional, ¿por qué el escenario habría de ser distinto en la principal ciudad? Cada vez que el alcalde del distrito de Panamá da señales de su existencia, es en relación con algo tan lesivo como la construcción de un mercado que ya existe, el alza inconsulta de impuestos o la aprobación de un presupuesto faraónico. Ahora, parece que ese ícono del infortunio capitalino se prepara para competir en las olimpiadas del irrespeto de la materia ambiental. Esta semana, la alcaldía arrasó con unos árboles en la calle 53 Este, en Marbella, con la excusa de que las raíces estaban destruyendo las aceras. Pero las aceras están intactas… Ahora han plantado ahí unos palos escuálidos. ¿Quién siembra árboles en verano? ¿Y en pleno desarrollo del fenómeno de El Niño? Ojalá que nunca, durante el periodo de campaña electoral, aparezca la cara retocada del burgomaestre leñador en los mupis que por “coincidencia” estaban junto a los árboles talados. Quizá la fiscalía electoral finalmente se estrene haciendo algo para determinar si el arboricidio perpetrado con recursos municipales, se hizo para posicionar vallas con fines electorales.
Y en asuntos detrás de la cortina de humo, pocos pueden competir con el Gabinete, que aprobó esta semana la contratación directa de SMG Latin America LLC (Panama Convention Center), para organizar la conferencia para el control del tabaco y la reunión de las partes del protocolo para la eliminación del comercio ilícito de productos de tabaco. Originalmente, estos eventos se celebrarían en noviembre pasado, pero fueron pospuestos, dadas las protestas antimineras y “y su potencial impacto en la seguridad de los delegados y la realización de las reuniones internacionales”. ¿Sabrán los delegados que las autoridades que no les podían garantizar su seguridad hace tres meses son las mismas? Organizar este evento le costará al país $4.8 millones. Mejor habría sido que las tabacaleras y los importadores de productos de tabaco lo patrocinaran. A fin de cuentas, el combate al comercio ilícito las beneficia a ellas. Pero, no… aquí hay dinero para apoyar al comercio del tabaco, pero no cuando se trata de la construcción del Oncológico, que tiene que lidiar con buena parte de las consecuencias de esa actividad.
Ñapa. En un mundo no tan paralelo, Donald Trump deberá pagar cerca de $400 mil a The New York Times y tres de sus periodistas, por los gastos legales incurridos para defenderse de varias demandas del expresidente, por artículos publicados sobre sus finanzas. Estas notas periodísticas incluso ganaron el Pulitzer. Trump, que decía que las publicaciones eran parte de una “vendetta personal”, pretendía que le pagaran $100 millones por daños y perjuicios. Cualquier parecido es pura coincidencia… El juez aplicó el estatuto anti-SLAPP, que protege a los acusados en demandas sobre el ejercicio de los derechos de libertad de expresión. Una ley así en Panamá estaría perfecta.