Esta semana, nos enteramos que se perdieron 600 vigas de acero que estaban en un depósito del Ministerio de Obras Públicas (MOP) en Farfán, originalmente destinadas a trabajos de reparación del puente de las Américas. Son enormes piezas estructurales; cada una tiene una longitud aproximada de 45 pies y se calcula que pesan de dos a tres toneladas. Es decir, juntas pesan casi lo mismo que un submarino nuclear y, puestas en fila una sobre la otra, alcanzarían casi 29 veces la altura del J.W. Marriott de Punta Pacífica, el edificio más alto del país. Es claro, entonces, que muchas personas debieron estar necesariamente involucradas en su desaparición, ya que no son cosas que alguien pueda llevarse en el bolsillo de una camisa o en el baúl de un carro; Sherlock Holmes habría dicho que es elemental que allí han participado funcionarios, transportistas, empresas de alquiler de grúas, agentes de seguridad y quién sabe cuántos otros. El país, tratando de entender lo ocurrido, quiso encontrar respuestas en aquel que fue ministro de Obras Públicas en los días en que las vigas habrían cambiado de dueño, pero Rafael Sabonge está casi tan desaparecido como esas inmensas piezas de acero… Hasta en la red social X, donde no escribe nada desde el pasado 30 de junio. Aquel día anunció en un tuit que esa era la última vez que aguantaba “awevasones”, en respuesta a un internauta que lo filmó cuando hacía compras con su familia en un centro comercial. Su único pronunciamiento posterior parece ser aquel mensaje que envió al programa Cuarto Poder, asegurando que no tenía idea de dónde estaban las vigas, que estas eran material “prácticamente de descarte” y que formaban parte de un proyecto que se remonta al año 2010 (hace tres periodos presidenciales). Si esto fuera un concurso para escoger la mejor respuesta, la ganadora seguramente sería “ninguna de las anteriores”. Después de todo, ¿quién es tan cándido y fácil de engañar como para creer que el descarte de $3 millones en acero es algo sin importancia?
El 30 de junio de 2023, la Dirección de Bienes Patrimoniales del Estado iba a iniciar un proceso para remover 5,100 toneladas de material inservible de las instituciones del gobierno durante el último año de la pasada administración. ¿Será que casi la cuarta parte estaba representada por las infames vigas y no nos dimos cuenta? ¿Acaso hay otras cosas de “descarte” que aún no sabemos que desaparecieron del MOP durante los últimos cinco años? Sería bueno que el nuevo ministro solicite una auditoría de las millonarias erogaciones en el MOP durante ese período, antes de que tengamos más sorpresas. Algo pasó y el país merece escuchar una buena explicación.
Si un exdirector general de la Caja de Seguro Social fue condenado por el envenenamiento causado por insumos que ni siquiera fueron adquiridos durante su administración, y si un médico de esa institución también tiene una sentencia de prisión por el fallecimiento de unos pacientes que no atendió, ¿por qué habría de pensarse que este asunto de las vigas, que estaban bajo la responsabilidad del MOP, debe ser tratado de forma distinta?