Si hay alguien que mercece ser beneficiaria de un auxilio económico es la actual directora del Ifarhu. Un curso de lectura comprensiva le habría ayudado a superar el pobre entendimiento que tiene de las instrucciones que ha girado la Antai en cuanto a los programas de empréstitos de la institución que ella dirige, especialmente el de los auxilios no reembolsables. Y preferimos decir que no entiende, para darle el beneficio de la duda, porque, en caso contrario, está demostrando que es capaz de romper un récord de negligencia y obnubilación racional. Esta semana, por cuarta ocasión desde febrero de 2023, la Antai le pidió al Ifarhu que revele de una buena vez el nombre de los beneficiarios y elimine la resolución de 2021 que dictó su antecesor, el hoy -por desgracia- candidato a diputado Bernardo Meneses, que declaró esa información como dato confidencial, entre otras cosas. Pero Ileana Molo no solo ha desatendido esas instrucciones, sino que ha tenido el coraje de decir, en una entrevista con el diario La Estrella, que el único error que ha cometido es no hacer “docencia” sobre el programa. ¿Será que quiso decir que al programa le ha faltado “decencia”?. Aseguró que los auxilios no son un “cheque en blanco” a favor del estudiante beneficiado, sino que el pago lo hace directamente el Ifarhu al centro académico o universidad; la única responsabilidad del estudiante -según ella- es la de presentar una copia de las calificaciones como constancia de su buen desempeño. Si lo que dice es cierto, ¿por qué en el sistema de seguimiento, control, acceso y fiscalización de documentos (Scafid) de la Contraloría consta el nombre del estudiante beneficiado y no el nombre de una universidad o escuela, en la casi totalidad de los casos? Es inconcebible que ni eso entienda ella. Molo también aseguró que se hace una valoración de las condiciones socioeconómicas del solicitante. Nada de eso fue lo que encontró la Antai cuando hizo una inspección ocular en las oficinas del Ifarhu. Los propios funcionarios inspeccionados contaron que no había reglamento ni rendición de cuentas ni aviso de convocatoria para que cualquier interesado pudiera aplicar al auxilio. Absolutamente todo se maneja atendiendo el criterio de la dirección general y la “experiencia” de las funcionarias encargadas. Ojalá Molo se mostrara extrañada o sorprendida, porque eso sería señal de que, al menos, comienza a digerir estas ideas. Sin embargo, a estas alturas, todavía no parece comprender que se necesita una metodología con una estructura que no dependa de criterios como el amiguismo, el parentesco o la militancia partidista. Si el curso de lectura compresiva no resulta ser suficiente, podría agregarle módulos sobre ética y transparencia.
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La directora del Ifarhu también anunció, con toda pompa, que habrá un relanzamiento del programa de auxilios, coincidiendo con la recta final de la campaña electoral. Eso no significa que Molo finalmente ha decidido atender las instrucciones de Antai, sino que le van a poner un nombre al programa: “Prospera”. En realidad, se debería llamar “Espera”, porque eso es lo que ahora hace todo el país: esperar a que -finalmente- ella haga su trabajo.
En medio de estos cuestionamientos, salieron a relucir las declaraciones del presidente Laurentino Cortizo. Esta semana, anunció que prepara un “borrador” sobre los criterios para otorgar los auxilios, para entregarlo al gobierno entrante en el periodo de transición. “Que ellos lo tengan, lo analicen, vean si les interesa y si lo quieren modificar”, manifestó Cortizo. ¿Dónde va a dejar ese borrador? ¿Al lado del taburete? Parece que lo único en que Cortizo podría aconsejar a su sucesor, en cuanto a ese programa, es acerca de la forma de despilfarrar los recursos asignados en las personas que menos lo necesitan.


