Desde que comenzaron los cuestionamientos estadounidenses hacia Panamá sobre la administración independiente y eficiente del Canal, muchos entendidos señalaban que, por la vía del multilateralismo, nuestro país debía resistir los embates que se avecinaban. Al inicio, los mensajes que desde el Gobierno se enviaban reforzaban justamente la intención de seguir ese lineamiento que tantos éxitos nos trajo en el pasado.
De hecho, así lo hizo, cuando, reaccionando a los señalamientos del presidente estadounidense durante su toma de posesión, el embajador panameño ante las Naciones Unidas dirigió una nota al secretario general donde hacía un llamado al respeto del derecho internacional.
Sin embargo, el 6 de febrero pasado, durante una tensa conferencia de prensa luego de la visita del secretario de Estado, el presidente de la República sorprendió a muchos cuando, ante la consulta de una periodista, respondió: “Yo no necesito compañero de viaje, de ninguna índole, en este caminar”. La respuesta fue un cambio radical.
El cambio vino forzado y no planificado, ya que, hasta entonces, solo países como China, Rusia, Nicaragua, Venezuela, Irán, y algunos otros pocos de la misma corriente ideológica, se habían pronunciado públicamente en apoyo a Panamá. No obstante, tradicionales socios regionales y extra regionales del otro bloque político habían guardado silencio o emitido tenues comentarios, y es que, ante el escenario actual, “nadie quiere comprar problema ajeno”, como se diría coloquialmente en nuestro país.
Los líderes de los Gobiernos a nivel global se encuentran estupefactos ante lo disruptivo de los nuevos lineamientos y reenfoques de la política exterior estadounidense. El eslogan de campaña “America First” (o “Estados Unidos Primero”) ha sido trasladado al escenario internacional. Solo en los primeros días de la nueva administración, Canadá, Dinamarca, Colombia, Brasil, México, China, Egipto, Jordania y otros han sido también parte de la agenda. Incluso, la misma ONU, con la retirada del apoyo a agencias como la OMS, ACNUR y la UNRWA.
Recientemente, durante dos importantes reuniones sobre el futuro de la inteligencia artificial y sobre seguridad, les tocó el turno a los líderes de los países de la Unión Europea. Ante el asombro de los presentes en Francia y Alemania, respectivamente, los planteamientos de la delegación de Estados Unidos causaron estupor, ya que fueron totalmente contrarios a los pensamientos europeos. Incluso, se dejó claro que Europa tendría una participación limitada o incluso nula en las negociaciones de paz para poner fin a la guerra entre Ucrania y Rusia.
Este anuncio causó tanta sorpresa que llevó al presidente francés a convocar un cónclave europeo de urgencia. Al día siguiente, los estadounidenses continuaron adelante con su segunda reunión preparatoria bilateral de alto nivel para iniciar las conversaciones de paz, ahora, con la delegación rusa en Riad, Arabia Saudita, mensaje que no se presta para muchas interpretaciones.
La diplomacia es el arte de la negociación. Es crucial para las autoridades panameñas saber leer, analizar e interpretar oportunamente los tiempos cambiantes que se vienen por delante en el plano bilateral y multilateral, enfocándose en establecer una estrategia sólida y propositiva. Esta estrategia debe resaltar, priorizar y reforzar aquellos temas que nos unen a Estados Unidos, con la finalidad de lograr el objetivo final: conservar intacto el Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente y al funcionamiento del Canal de Panamá.
El tiempo nos dirá si necesitaremos recurrir, como en el pasado, a compañeros de viaje; por ahora, le corresponde a Panamá navegar solo pero de forma inteligente y estratégica.
El autor es abogado.