Nunca olvidaré la noche de martes en que conocí a Samira. Tenía solo 2 años, con cachetes rosados y un cabello rubio lleno de rizos que parecían iluminarlo todo a su paso. Esa noche, ingresó a la sala donde estaba de guardia como residente de primer año de pediatría. Su mamá, preocupada, relató cómo llevaba varias semanas con fiebre intermitente sin causa aparente, dolores en las piernas y brazos, pérdida de peso y una palidez que atribuía a la falta de apetito.
Después de examinarla y realizarle algunos estudios, confirmamos lo que más temíamos: Samira tenía un tipo de cáncer. Tuve que enfrentar uno de los momentos más difíciles de mi vida profesional: explicarle a su madre el diagnóstico y el difícil camino que les esperaba.
El cáncer infantil: una realidad que exige atención
El cáncer infantil es una realidad que muchas familias enfrentan con valentía. Aunque es poco común, reconocer los signos de alarma es fundamental, ya que un diagnóstico oportuno puede transformar el curso de la enfermedad.
Señales de advertencia en el cáncer infantil
Estar atentos a ciertos síntomas puede marcar la diferencia:
Fiebre persistente o recurrente sin causa aparente.
Dolores inexplicables en huesos, articulaciones o extremidades.
Pérdida de peso sin razón clara.
Palidez extrema o cansancio constante.
Sangrados o moretones sin explicación.
Inflamación o bultos inusuales en el abdomen, cuello u otras partes del cuerpo.
Pérdida de equilibrio, dificultad para caminar o cambios en el comportamiento.
Dolor de cabeza persistente, a menudo acompañado de vómitos, especialmente en la mañana.
Cambios en la visión, como visión doble o pérdida de la misma.
Estos síntomas no siempre indican cáncer, pero si persisten o no tienen una causa clara, es crucial acudir al médico de inmediato.
La importancia de la detección temprana
Un diagnóstico a tiempo mejora significativamente las probabilidades de tratamiento y recuperación. Muchas veces, los primeros signos pasan desapercibidos o se atribuyen a causas menos graves. Como pediatras, siempre recomendamos no ignorar ninguna señal de alerta y buscar atención médica cuando sea necesario.
La historia de Samira: un camino de esperanza
Samira y su familia fueron guerreros incansables. Cada diagnóstico, tratamiento y hospitalización los unió más. Lucharon con entereza y nunca dejaron de soñar con un futuro mejor.
Hoy, Samira tiene 18 años. Cada vez que veo una foto suya en las redes sociales de su mamá, me invade la emoción. Su sonrisa me recuerda el duro camino que atravesaron, pero también la importancia de nunca perder la esperanza.
El cáncer es un desafío enorme, pero un diagnóstico oportuno puede marcar la diferencia. Juntos, podemos darle a más niños la oportunidad de superar esta enfermedad y vivir una vida plena.
La autora es médico pediatra, mamá y promotora del bienestar infantil.