Aniversario 100 del natalicio de Truman Capote. Truman amalgama periodismo y literatura. ¿Dónde está el periodismo? ¿Dónde está la literatura? ¿Sobrevive el invento? Son dos disciplinas, con públicos y metas diferentes, pero Truman las convierte en una sola. Simboliza esa puesta en escena la novela A sangre fría (1966), hoy ícono de esa amalgama que sigue en discusión 50 años después de publicada.
Fueron cuatro capítulos en cuatro entregas de una novela muy buscada y muy celebrada en el semanario neoyorquino The New Yorker. La jugada maestra del autor le representó, en una primera fase, un millón de dólares, que en moneda de hoy es una fortuna muy voluminosa. Ficción, realidad, técnica literaria, técnica reportajil; un asesinato poco usual de una familia ejemplar, acaecido en una comunidad muy retirada de Kansas. Todos son protagonistas y tienen igual jerarquía en la narración: la vida de la familia, así como la de los autores del crimen, que pensaron por primera vez en el asesinato cuando eran reos en una prisión. Y el desenlace con el ahorcamiento de los responsables, que Truman presenció y tanto le afectó.
El narrador, periodista y literato, es un alma complicada. Su apellido es hispano porque su madre, a quien odiaba, en segundas nupcias se casó con un cubano. Atribuía el autor su fuerza narrativa a su soledad, fuerza que comenzó en la primera adolescencia y fraguó a su paso por la revista Playboy, en calidad de periodista.
Se convirtió en un confesor; todos le confesaban sus secretos. A tal punto que Marlon Brando, en un intermedio de la filmación de una película, le compartió intimidades, y Truman, sin pedir autorización, publicó la conversación en The New Yorker. Hasta su último día, Brando lo odió.
La relación inestable de Capote con John O’Shea (interpretado por Russell Tovey), banquero casado de clase media, era complicada y no terminaba de convencer a los círculos cinematográficos.
Además de sufrir por periodos de bloqueo creativo, Capote se vio influido por la rivalidad entre Bette Davis y Joan Crawford, cuyas enemistades trascendieron la pantalla. Esta rivalidad refleja la intensa dinámica del cine en esa época.
Capote se relacionó con diversas personalidades, como Calista Flockhart, Demi Moore, Naomi Watts, Diane Lane, Chloë Sevigny y Molly Haper, así como con Andy Warhol, Linda Blair y Kathy Graham. Estas interacciones generaron un ambiente lleno de competencia y creatividad, donde las historias personales y profesionales de cada uno se entrelazaban.
Truman era depresivo y carismático. Reluciente, interactuaba con el jet set neoyorquino y también parisino, y nunca ocultó, al contrario, exhibió su homosexualidad, expuesta en sus textos. Se le conoció el noviazgo con damas de la alta sociedad estadounidense. Su obra más celebrada y más taquillera es A sangre fría, referente de esa amalgama que él construyó de periodismo y literatura.
La lista de novelas, relatos y cuentos es extensa: Música para camaleones, Desayuno en Tiffany’s y Otras voces, otros ámbitos. Por más que lo intentó, no obtuvo éxito en el drama y la comedia teatrales. Nacido en Nueva Orleans, desarrolló su carrera en Nueva York, con temporadas en París y otras ciudades europeas.
Ángel y demonio, reveló que llegó a tener una relación con Camus y se codeó con Sinatra, con Graham y con Humphrey Bogart… Hoy, celebramos los 100 años de una personalidad inquietante: Truman Capote.
El autor es periodista, docente y filólogo.