Hoy concluye el Carnaval, la fiesta que antecede al inicio de la Cuaresma católica. Varios países del mundo ofrecen un espectáculo lleno de alegría, color y bullicio, los cuales, dependiendo del país, se combinan con peculiaridades de cada uno de estos países o regiones donde se celebran.
Quizás los más grandes y conocidos de los que se celebran en nuestro continente, son los Río de Janeiro en Brasil y cuyo rival directo es el Carnaval de Salvador, Bahía, también en Brasil. Muy reconocido también, aunque de un talante totalmente diferente, es el famoso Mardi Gras en New Orleans, Estados Unidos de América.
Más parecido al de Brasil, el carnaval de Barranquilla ha sido hasta declarado “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Millones de personas se toman las calles de esta bella ciudad caribeña en Colombia, en una fiesta que a veces pareciera interminable. Otra cosa es el carnaval de Veracruz, el más grande y alegre de México, que se caracteriza por desfiles y mucha música que alegran hasta al más triste.
En Europa, el Carnaval se celebra de una manera más ‘europea’, pero no por ello con menos alegría ni menos vistosidad. Destacan el de Colonia en Alemania, el de Cádiz en España, el mundialmente famoso carnaval de Venecia en Italia y el también célebre de Tenerife en España. Hay uno un tanto diferente, el de Notting Hill en el Reino Unido, que algunos han calificado como el más grande de Europa.
Regresando a nuestra región, el carnaval de La Habana, si bien se celebra en otras fechas, es alegre, igualmente colorido y contagioso de mucho sabor. Otro que nace como hijo de este es el famoso carnaval de la Calle 8, en la ‘sawesera’ de Miami, donde los nuevos y no tan nuevos cubanos rememoran esa tradición heredada de sus antepasados.
Ahora, después de este descriptivo viaje de carnavales alrededor del mundo, nos toca regresar al suelo patrio. El carnaval de Panamá inicia en la época de la colonia, con “representaciones” de supuestas batallas entre conquistadores, esclavos e indios que se extendían desde lo que hoy se conoce como la Avenida Balboa, hasta el famoso parque de Santa Ana. En realidad, el carnaval tradicional de Panamá nace luego de que, el entonces alcalde la capital en 1910, José A. Arango, los oficializa y se invita a la Reina del Club Unión, considerada una mujer bellísima, Manuelita Vallarino, a que fuera la 1ª reina del Carnaval.
Desde ese entonces, mucha agua ha pasado debajo del puente y el Carnaval ha ido mutando a las fiestas populares en las que se han convertido. Hay muchos que recordamos aquellos famosos desfiles de carnaval por la central, donde las diferentes reinas de las etnias establecidas en Panamá, los Shriners, las cervecerías, los grandes almacenes y así muchos negocios, se lucían con el garbo que era esperado por todos.
¿Cuántos añoramos al inolvidable Lucho Azcárraga, montado, junto a su conjunto, en un carro alegórico interpretando las más alegres tonadas típicas del país?
Eran carnavales donde no todo era carros alegóricos, sino donde, durante muchos meses, se preparaban comparsas tan diversas como nuestro pueblo, y donde se derrochaba ritmo y alegría característica.
Años después, las más grandes y famosas orquestas del Caribe se disputaban el derecho de tocar en los toldos o en ‘cualquier esquina’, como dice la canción. Eran fiestas carnestolendas, donde imperaba el respeto y la buena música.
La semana pasada escuché a Pedrito Altamiranda Jr. evocar lo que le inspiraba, a quien ha sido uno de los más grandes exponentes del sentir del carnaval en la Ave. 7ª Central. Contaba cómo su papá, mi buen amigo el del bombín, se sentaba en chivas o autobuses en búsqueda de inspiración y, de la mano del Gran Tille, nos regalaron de la mejor música que podemos recordar sobre nuestro carnaval capitalino.
Siento y creo que el carnaval de nuestra ciudad capital no debe intentar competir con las fiestas del interior del país. En varias ciudades y pueblos hay Calle Arriba, Calle Abajo y hasta Calle del Medio. Hay reinas o princesas por días y por todo un año, y así, desde las entrañas de nuestras costumbres y tradiciones, el lujo y el esplendor de esos carnavales no deben compararse con lo que debería ser el de la capital.
Aplaudo la decisión de la ATP de no patrocinar el Carnaval este año, lo que permitió que la empresa privada, junto a la alcaldía, retomase esta iniciativa de hace algunos años. Esta es ‘la fiesta del pueblo’, y como tal, debemos demostrar que tenemos buena música, buenas bebidas, la mejor alegría y la mejor gente del mundo para darle la bienvenida a nuestros visitantes y amigos y celebrar de la mejor forma lo que Pedrito nos cantó.