La gestión de la basura en la República de Panamá es un verdadero desastre, no solo en la ciudad de Panamá, donde cerro Patacón con frecuencia se incendia, sino también a nivel nacional. Este problema es especialmente grave en la región metropolitana, específicamente en dos distritos: Panamá y San Miguelito. Se observa una situación abismal que abarca desde los hábitos de los ciudadanos hasta la gestión de desechos por parte de las autoridades y empresas.
Dentro de las arterias, venas y capilares de estos dos distritos opera un sistema de recolección de desechos inoperante, siendo el principal responsable de los montículos de basura que se acumulan en cualquier esquina, contaminando el paisaje urbano con ratas, gusanos, gallinazos, malos olores y una degradante contaminación visual. Esto se convierte en un emblema de un sistema fallido, caracterizado por la falta de compromiso, responsabilidad y una clara carencia en la búsqueda de soluciones lógicas que vayan de la mano con la conservación del medio ambiente, el reciclaje, la variabilidad climática y el bienestar de los ciudadanos.
Esta crisis, caracterizada por modelos operativos obsoletos, falta de transparencia y prácticas políticas cuestionables, ha generado un manejo de residuos que, lejos de brindar una solución, se ha convertido en un verdadero problema que los habitantes urbanos venimos enfrentando durante más de 30 años. La desidia ambiental, la contaminación del aire, la emergencia ecológica, la labor de los bomberos, los altos costos, la amenaza latente, el humo nocivo, la ausencia de leyes, el desorden y el caos sanitario, entre otros aspectos, son solo algunas de las consecuencias de los recurrentes incendios en este vertedero.
Estos incendios suscitan preocupación y una efímera respuesta por parte de las autoridades, especialmente al ocurrir, pero sin acciones concretas a largo plazo. Sin embargo, el nivel de contaminación en este sitio descontrolado va más allá del humo tóxico de los incendios, ya que sus efectos se reflejarán en la salud de la población en 2030 y 2040.
En Panamá, carecemos de un laboratorio bien equipado para la medición de la calidad del aire, lo que implica que no tenemos un conocimiento claro de lo que estamos respirando a fondo. En este sentido, es crucial que entidades como el Ministerio de Ambiente trabajen en colaboración con las universidades estatales, como la Armada, que están más adelantadas en términos de conservación del medio ambiente y la protección de la salud de los ciudadanos. Se liberan diversos gases tóxicos en cada incendio, que solemos observar de manera romántica a través de la televisión, sin ser conscientes de la gravedad de la situación.
Entre los gases liberados se encuentran hidrocarburos ligeros, metano, ácido sulfhídrico, compuestos orgánicos volátiles, monóxido de carbono, bióxido de carbono, dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, nitrógeno e hidrógeno, dioxinas, furanos, óxidos metálicos, y finalmente, cenizas que contienen en su mayoría metales pesados. La contaminación ecológica a través de la descomposición natural por bacterias y microorganismos conlleva a un serio problema de calentamiento global, dado que se libera metano, un gas con un potencial de calentamiento global entre 23 y 80 veces mayor que el dióxido de carbono por cada kilogramo liberado.
No solo debemos preocuparnos por la calidad del aire, sino también por el estado del subsuelo, las aguas superficiales y subterráneas. Desconocemos el nivel de contaminación presente en estas áreas y tampoco entendemos completamente cómo esta situación nos está afectando de manera silenciosa en la actualidad. Es decir, de forma inadvertida, porque todo lo que se deposita en cerro Patacón tiene consecuencias sobre la calidad de los recursos mencionados.
Los residuos acumulados en cerro Patacón generan problemas de salinización del suelo. Por ejemplo, durante la temporada seca y con las altas temperaturas, aumentan las concentraciones de sales como el sodio debido a la evaporación de la humedad de los residuos, lo que ocasiona la muerte de las plantas y la pérdida de la estructura del suelo por el transporte de sales hacia áreas circundantes. Durante la temporada lluviosa o en condiciones de humedad suficiente, puede formarse ácido sulfúrico, ácido nítrico y otros ácidos, afectando a los ecosistemas terrestres y acuáticos cercanos a cerro Patacón.
Es evidente que existe tanto contaminación puntual como difusa en esta zona, lo que subraya la importancia de abordar estos problemas de manera urgente y concertada.
En relación al agua, la principal preocupación reside en el estado del agua subterránea en esta área. ¿Cuál podría ser el nivel de contaminación causado por los lixiviados? Los lixiviados son líquidos que se generan cuando el agua atraviesa vertederos. Estos líquidos no solo contienen contaminantes orgánicos, sino también elementos inorgánicos como metales y sales, microorganismos, así como parásitos, virus y bacterias que pueden ocasionar enfermedades. Estos agentes contaminantes pueden propagarse rápidamente a fuentes de agua cercanas si los lixiviados ingresan a pozos locales o al acuífero subterráneo.
En este contexto, es esencial la intervención del Ministerio de Salud, el cual, dentro de sus responsabilidades en salud preventiva, tiene la obligación de supervisar la calidad del agua potable suministrada a la población, incluyendo a las comunidades cercanas al vertedero, a través de la vigilancia, seguimiento y evaluación. Esta función está regulada por la Norma Técnica de agua potable DGNTI–COPANIT 23-395-99 del Ministerio de Comercio e Industrias, la cual establece los estándares de calidad del agua y define los parámetros físicos, químicos y biológicos que deben ser considerados en los estudios y análisis.
Es imperativo exigir vivir en un entorno saludable y ser parte de un entorno urbano que promueva la amigabilidad con el medio ambiente.
(El autor es geógrafo e hidrólogo)