La tuberculosis, enfermedad prevenible y curable, sigue cobrándose vidas en Panamá, especialmente en poblaciones vulnerables de Bocas del Toro y las comarcas Ngäbe Buglé y Guna Yala. Allí la mortalidad por esta enfermedad es cuatro a siete veces más alta que el promedio nacional, incluyendo casos de mortalidad materna y congénita.
Este panorama exige fortalecer el sistema de salud mediante la capacitación continua del personal y una coordinación efectiva que evite fallas en la implementación de la Norma Técnica Nacional para el control de la tuberculosis. Asimismo, es fundamental reconocer de manera constante a los profesionales que contribuyen a disminuir la carga de esta enfermedad. En los centros penitenciarios, el hacinamiento, la infraestructura deteriorada y el acceso limitado a servicios básicos agravan la propagación de la tuberculosis y el VIH. Las personas privadas de libertad tienen hasta siete veces más probabilidades de padecer estas enfermedades que la población general. Esto demanda estrategias que incluyan educación sanitaria, mejoras en el saneamiento, y acceso oportuno al diagnóstico y tratamiento dentro de las cárceles.
Este panorama resultó evidente en la tercera reunión de la mesa multisectorial de la Región Occidental contra la tuberculosis. Allí se actualizó el plan de acción para fortalecer los sistemas de salud de la región; se adelantaron coordinaciones en la provincia de Colón entre actores que lideran la salud y seguridad de centros penitenciarios y científicos del INDICASAT-AIP. Este enfoque multisectorial de ambas regiones, recomendado por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panameña Antituberculosa – OPAT, resulta esencial.
¿Por qué nuestros pueblos originarios muestran un aumento en la mortalidad mientras que en otras regiones las tasas disminuyen? ¿Qué papel desempeñan las variaciones genéticas del Mycobacterium tuberculosis en la resistencia al tratamiento? ¿Cómo influyen las condiciones genéticas del individuo, el sexo, las dinámicas carcelarias, el hacinamiento, y los factores ambientales y sociales en la transmisión de la enfermedad?
Estas preguntas revelan la importancia de la investigación científica para encontrar soluciones sostenibles. Panamá cuenta ya con expertos en nutrición, en la genética de las cepas de tuberculosis, en análisis bioinformáticos y expertos en condiciones inmunológicas o inmunopatías. Colaborando entre sí, pueden aportar soluciones a nuestras comunidades vulnerables.
La tuberculosis nos plantea un desafío científico que necesita respuestas urgentes. En Panamá, la ciencia puede y debe ofrecer las soluciones efectivas que la tuberculosis demanda, para salvar vidas y garantizar un futuro sano y productivo para nuestras comunidades más vulnerables.
El autor es investigador en el INDICASAT-AIP, miembro del SNI, presidente de la Organización Panameña Antituberculosa e integrante de Ciencia en Panamá