Hace poco anunciamos en la revista médica Lancet (GBD 2021 Tuberculosis Collaborators, vol. 24, no. 7, Julio 2024, pp. 698–725) que Panamá ha avanzado en el control de la tuberculosis. Ese avance incluye la disminución de la tasa de incidencia y de mortalidad. Sin embargo, la tuberculosis resistente a múltiples medicamentos todavía impacta a los pacientes y la economía de la salud por sus altos costos de tratamiento y de manejo hospitalario. Sus regímenes terapéuticos son prolongados, complejos y mucho más caros por hospitalización prolongada durante su administración. A esto se suman los costos indirectos derivados de la pérdida de productividad laboral de los pacientes y familiares que los cuidan en el hospital. Sin duda, la tuberculosis resistente mina nuestro presupuesto de salud pública y compromete la estrategia contra la tuberculosis de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De hecho, la OMS estima que en Panamá hay cerca de cien casos de personas con tuberculosis resistente. Los científicos panameños ya han documentado un alto relacionamiento genético y expansión clonal de estas cepas Mycobacterium tuberculosis resistente, publicado en la revista BMC Infectious Diseases (Rosas et al., vol 13, no. 442, Septiembre 2013). El reciente advenimiento de la secuenciación próxima generación (NGS) para estudiar el genoma bacteriano ofrece otra alternativa más eficiente para detectar de forma temprana resistencias a múltiples medicamentos. Hoy científicos y salubristas de varios países de Latinoamérica culminan en la Ciudad del Saber una semana de taller sobre NGS dirigida para la detección tuberculosis resistente. Allí, el intercambio glocal de conocimientos amalgamó una estrategia regional de la ciencia contra este flagelo.
La estrategia lanzada por la OMS también promulga su accionar en tres pilares: 1) atención centrada en paciente, 2) políticas audaces y sistema de apoyo y 3) la intensificación de la investigación e innovación en tuberculosis. Este tercer pilar demanda la integración de salubristas y académicos para el desarrollo de investigaciones estratégicas que permitan conocer mucho mejor el patógeno y la respuesta al paciente a los tratamientos, además la eficacia y seguridad de las vacunas. Panamá tiene las condiciones ideales, entre institutos de investigación, proveedores de salud y academia, para erigir este tercer pilar y proteger la salud pública a través de la red nacional de investigación en tuberculosis de Panamá. ¡Actuemos!
El autor es presidente de la Organización Panameña Antituberculosa, científico del INDICASAT-AIP en Ciudad del Saber e integrante de Ciencia en Panamá.