En historia, siempre es bueno pensar los detalles desde los grandes conjuntos que ellos sintetizan, para comprender la relación entre la propia labor y la vida mayor en la que se aspira a incidir. Tal ocurrió con la publicación en 1962 del libro La Primavera Silenciosa, que permitió a la bióloga norteamericana Rachel Carson (1907-1964) divulgar la información científica que sustentaba la denuncia de los riesgos ambientales generados por el uso masivo de insecticidas como el DDT para el control de plagas en la agricultura industrial. Así, su libro logró vincular el estado del conocimiento de su tiempo con el sentido común de una creciente clase media educada, que luchaba por liberalizar un entorno político conservador e incidir en el desarrollo de una sociedad democrática.
Ese vínculo Rachel Carson con su sociedad nos remite a los procesos en que, al decir de Antonio Gramsci, “nace un nuevo modo de concebir el mundo y el hombre”, que “no se halla ya reservada a los grandes intelectuales, a los filósofos de profesión sino que tiende a hacerse popular, de masa, con carácter concretamente mundial, modificando […] el pensamiento popular”. Su libro, en efecto, llegó a su público en alas de una alta cultura ambiental que ya incluía el desarrollo de la ecología en las ciencias naturales y, desde las Humanidades, la advertencia del geógrafo Carl Sauer (1889-1975) ante “la fácil confianza en las capacidades del avance tecnológico ilimitado”, que hacía del progreso “la consigna común de nuestro tiempo”, en un mundo en el que “vivir por encima de nuestros medios se ha convertido en una virtud cívica, y el incremento del ‘rendimiento’ en el objetivo de la sociedad”.
La obra de Rachel Carson comprobó lo planteado por Sauer, para quien los “altos momentos de la historia” no habían llegado “cuando el hombre estaba más preocupado con las comodidades y los goces de la carne, sino cuando su espíritu se vio estimulado a crecer en donosura.” De esa donosura hace parte hoy el compromiso de Ciencia en Panamá con la sustentación de la política pública en evidencia científica, y con la tarea de ampliar y apoyar a un tiempo el desarrollo del conocimiento y la cultura de la ciencia entre la población de nuestro Istmo.
El autor es humanista e integrante de Ciencia en Panamá.