1. Eliminar la palabra pero.
2. Considerar un mea culpa en el acuciante problema de la doble moral reflejado en esta conocida cita:
“Esta es una sociedad en la que la gente quiere dos policías, uno que ponga orden y otro que me dé un chance.
Quiere dos políticos, uno que sea serio y otro que dé regalos.
Quiere dos códigos de ética, que mi mujer sea casta y pura, que la del vecino sea flexible.
Quiere dos códigos migratorios, uno que me permita mano de obra barata y otro que los eche de aquí a toda esa gente.
Es decir, la gente quiere cumplir con la ley, quiere mejoras salariales, quiere empleo, pero no trabajo.”
Sobre la doble moral no quiero precisamente incumplir lo que digo. Señalo mi apoyo por la transparencia, la rendición de cuentas y el diálogo. Al mismo tiempo señalo que estos conceptos, solos, mal diseñados precisamente por quienes los violan, y mal implementados, no funcionan. Propugno por una línea dura y realista.
En este sentido, remito a la siguiente anécdota de autor desconocido. “Un estudiante le dice a su maestro: Tu me enseñas sobre pelear, pero hablas sobre paz. ¿Cómo reconcilias esos dos conceptos? El maestro responde: Es mejor ser un guerrero en un jardín que un jardinero en una guerra.”
3. Propugnar por una verdadera transparencia y rendición de cuentas y no rendición de cuentos. La transparencia es mucho más que publicar una página web y hasta “ahogar” en datos de la entidad. La comunicación es una actividad de ‘ida y de vuelta’.
4. Revisar nuestros puntos de referencia. Por ejemplo, nuestra relación no fluída y hasta conflictiva con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y otros fijadores de estándares internacionales, nos limita como país a aprovechar lo mejor de las mejores prácticas.
5. Olvidarnos, por lo menos para Panamá, de las películas de Hollywood donde al final, cuando todo se descubre, con ello basta, ya que el caso pasará a “alguien” quien lo investigará y otro lo castigará. Acá no es así. Por ello la transparencia, si bien es una condición necesaria y vital, no es suficiente. Sin una dosis de civismo, exigencia ciudadana real efectiva nos quedamos muy cortos. Es posible incumplir “transparentemente” la ley, y puede parecer que pasa mucho, pero en realidad no pasa nada. “La transparencia no garantiza la rendición de cuentas y el cambio positivo, solo funciona si desencadena un diálogo y una acción de seguimiento.” Transparencia sin acción de seguimiento (exigencia de responsabilidad) equivale a frustración.
Acudir siempre a adecuaciones normativas como la solución; no nos engañemos, no es la panacea.
Finalmente, más diálogo entre el sector público y privado, en un país donde, en ocasiones no se sabe dónde termina uno, y comienza el otro, y en el cual, no todo lo que brilla es oro. Hay serios problemas de corrupción privada que no son divulgados, ni mucho menos tratados.
El autor es abogado.