Como decía Mafalda... ¿o no?



En 1964, surgió de la genialidad del caricaturista argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como Quino, uno de los personajes más icónicos del cómic latinoamericano. Mafalda, una niña de seis años que con la inocencia y simplicidad propia de los niños, cuestionó durante muchos años aspectos esenciales de aquellos años. Junto con los otros niños de su entorno, Miguelito, Susanita, Manolito, Guille y Libertad, nos enfrentaron con las curiosidades, paradojas e injusticiais que formaban parte de la realidad de “La guerra fría”.

Particularmente, quiero referirme a una viñeta en la cual Mafalda grita a todo pulmón junto a su globo terráqueo, “Paren el mundo, que me quiero bajar...” . Curiosamente, investigando un poco, resulta que Mafalda nunca dijo esas palabras en ninguna de sus historias, como muchas otras frases apócrifas que se le atribuyen a personajes literarios (la más famosa es aquella de “los perros ladran, señal que cabalgamos”, que nunca dijo Don Quijote). De hecho, Quino manifestó en alguna ocasión que Mafalda nunca lo hubiese dicho, porque ella, en lugar de bajarse, trataría de cambiar el mundo.

Al margen de quien lo dijera o no, el momento que estamos viviendo en nuestra aldea global, trae a la memoria la susodicha viñeta. Por donde miremos, el mundo parece que se le ha perdido la brújula y no hay la menor posibilidad de encontrarla.

Desde hace ya casi tres años, Rusia está metida en una guerra para tratar de apoderarse de un buen trozo del territorio de Ukrania. A pesar del supuesto gran poderío militar ruso, no han sido capaces de doblegar al ejército ukraniano que se ha defendido como gato panza arriba para evitar la caída de su país. Ukrania ha recibido apoyo de las potencias occidentales, quienes, si bien no han mandado soldados (al menos abiertamente), han mantenido al gobierno de Zelensky con equipo bélico. A pesar de escaramuzas constantes de uno y otro lado, da la impresión que la situación está empantanada sin que se incline la balanza claramente hacia uno u otro lado. Ahora, se ha sumado la movilización de soldados de Corea del Norte para apoyar a los rusos, y aún así no se ha logrado vencer a las defensas ukranianas. Los ukranianos han comenzado a utilizar misiles Made in Usa, que han ofendido mucho al hijo de la gran Sra. Putin, quien ahora amenaza con usar armas nucleares, lo que nadie se toma demasiado en serio.

En Oriente Medio, desde el 7 de octubre de 2023, cuando Hamas se metió y mató a un montón de israelitas, Israel ha ejercido su genuino derecho a defenderse, atacando a Hamas en Gaza, y llevándose en el intento a muchos civiles. De paso, ya atacó bases de Hezbolah en Líbano y Siria. Estados Unidos apoya abiertamente a Israel (como siempre), pero con la incomodidad de que es evidente que Netanyahu está utilizando y alargando todo lo posible la guerra para mantenerse en el poder y evitar las evidentes consecuencias que le traerán las acusasiones de corrupción que tiene en su contra. Y esa terquedad de Netanyahu, no ayuda en nada a la imagen internacional de Israel.

Siria, logra deshacerse de Bashar Al Assad, después de cincuenta años de una sangrienta dictadura famiiliar, en una especie de Primavera Árabe de acción retardada. Los sirios, lucen felices por sacudirse a Assad, pero quienes han tomado el control del país, apoyados por Turquía (o Turkiye como se llama ahora) son un misterio como para hacer un documental. Es una especie de guacho entre Talibanes, Al Qaeda e Isis, que hasta ahora se venden con un discurso que parece sacado de una película de Winnie de Pooh. Un nivel de civilización y supuesto respeto a la democracia (como se entiende tradicionalmente), que está dificil creérselo, dados los antecedentes de Egipto, Líbano y Yemen. Assad se fue a Moscú, pero Putin se ha limitado a poner cara de bravo, pues no movió un dedo para defenderlo, a pesar de que era su niño consentido. Con la guerra de Ukrania, están más enredados que un ovillo de lana atacado por un gato.

En Corea del Sur (supuestamente la civilizada de las Coreas), el presidente se sacó de la chistera una ley marcial que duró pocas horas, y que revolvió bastante la península aquella.

Mientras tanto, China mira los toros desde la barrera (o tal vez sea más preciso “desde el mostrador de la caja registradora”), y prefiere no meterse abiertamente en estos enredos.

Y como su fuera poco, en Estados Unidos gana Trump. Un tipo más impredecible que el resultado de la lotería de Navidad. Que llegó a la presidencia con un discurso basado primordialmente en el odio, el desprecio y el insulto de todo el que se puso a su paso. No solo gana él, sino que su partido de focas amaestradas controlará el Congreso y el Senado, así que posiblemente podrá desbaratar más o menos lo que le dé la gana. Sus primeros nombramientos para el Gabinete y para puestos de mucha importancia es un completo esperpento. Ha propuesto al antivacunas más patético del mundo a manejar los servicios de salud, y de secretario de defensa a uno de sus colegas acosadores sexuales con muy dudosas capacidades para semejante cargo. Al violador Matt Goetz lo tenía para Fiscal General, pero él mismo se borró cuando se hizo evidente que sus delitos iban a ser presentados en las audiencias de confirmación. Aunque ya sabemos que ser violador nunca ha sido un problema para Trump.

Mientras, la gente está siendo manipulada por unos medios de comunicación nada tradionales, pero completamente incontrolables. Resulta ahora que los medios “de verdad” de siempre, no tienen credibilidad, y han surgido un montón de fuentes con información alternativa (mucha manejada por algoritmos de computadora) y que no hay forma de verificar lo que dicen. Así, hay un menú casi infinito, donde cada quien termina reforzando solo lo que se acomoda a su opinión. Además, quienes tratan de guiarse por evidencia y métodos creíbles de verificación, son medidos bajo estándares diferentes. A quienes tienen la mentira como argumento, todo se les permite “porque se sabe que mienten”, y a los otros se les cuestiona todo porque “no pueden mentir”.

Así que, sin importar si Mafalda dijo o no lo que dijo, la viñeta de marras viene a la mente, porque se entiende si decidimos gritar: “¿Paren el mundo, que me quiero bajar!”.

El autor es cardiólogo.


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