Hay un pensamiento de José Martí que reza así: “El niño que no piensa en lo que sucede a su alrededor y se contenta con vivir, sin saber si vive honradamente, es como un hombre que vive del trabajo de un bribón, y está en camino de ser bribón”. Esta reflexión del apóstol de América tiene que ver profundamente con palabras como la educación, los derechos, la libertad, la cultura, la ética, incluso, la idea que tenemos de la política. De todas, tiene una relación más íntima con la educación.
Martí afirmaba que para que el niño sea una persona honrada debe ser educado para pensar, pero ese pensamiento debe reconocer los elementos que hacen que un hombre carezca de virtudes. Debía de ser educado para pensar y para trabajar por las cosas que pueden hacer que el país sea mejor; debía de ser educado para saber hablar y defender la libertad sin hipocresía. El poeta cubano sustenta: “El niño, desde que puede pensar, debe pensar en todo lo que ve, debe padecer por todos los que no pueden vivir con honradez, debe trabajar porque puedan ser honrados todos los hombres y debe ser un hombre honrado”.
Cuando hace énfasis en los verbos padecer y trabajar no quiere decir que debemos maltratar al niño para que sufra o privarlo de sus derechos para que trabaje como un adulto. A lo que Martí se refería es que debemos educar para cuidar los factores reales de la realidad: “los elementos naturales del país”. Por esos factores se debe defender al país. “Es bueno aprender a defenderse -decía-, porque siempre hay gente bestial en el mundo, y porque la fuerza da salud, y porque se ha de estar pronto a pelear”.
En la actual coyuntura nacional, es sustancial entender que lo que nos está pasando es porque no hemos sabido cuidar los factores importantes de la realidad que realmente importan. Uno de esos factores es que la verdad ha sido menoscabada haciendo que prevalezca la mentira. La mentira genera inequidad; la inequidad provoca desigualdad y la desvalorización de todo el sistema de valores que hace que un país no funcione acorde a los principios de los derechos humanos desde la política. La ira encendida de la población corresponde a mucho tiempo de desencanto acumulado.
Las personas ciegas de poder y embrutecidas de codicia que no reconocen los componentes principales para gobernar y que hacen de la política un gesto solo de actuación para engañar y distraer, siempre existirán. Existen desde que la palabra política existe. Por eso, la educación debe cuidarse de formar personas que persigan el bienestar social y la felicidad para todos.
La educación debe basarse en enseñar al niño cómo cuidar y defender lo que realmente importa. Porque se puede alcanzar muchos logros desde la lucha en las calles, se puede tener mejor calidad de vida, se puede instruir para ser un profesional, pero si no enseñamos a nuestros niños a cuidar, cultivaremos adultos sin entendimiento de lo que es bueno para el país. Por eso Martí decía que el buen gobernante es el que sabe con qué elementos está hecho su país. Por eso insistía en la función de la educación más allá de la formación: “En la escuela se ha de aprender el manejo de las fuerzas con que en la vida se ha de luchar”.
¿Cómo se cuida un país? La pregunta tiene muchas respuestas. Cada uno de nosotros sabrá cuál es su lugar, según su realidad. Pensemos solo en la educación. Educar para cuidar y para respetar la igualdad, porque vivimos en un país que no respeta al otro. Educar para ser solidarios, porque la solidaridad es un valor de los pueblos para alcanzar la justicia. Educar para saber dialogar, porque hemos perdido el arte de conversar. Educar para pensar, porque, como decía José Martí: “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”. O cuando afirma: “Antes todo se hacía con los puños; ahora la fuerza está en el saber”.
Educar para ser honestos y honrados, porque de allí viene la responsabilidad y el respeto a la familia y la comunidad (el juega vivo nos está consumiendo); educar para ser ciudadanos, es decir, sujetos de derechos que ayuden a defender la vida y la libertad; educar para reconocer y darle sentido a los derechos humanos, porque mientras ignoremos nuestros derechos, no respetaremos los derechos de los otros.
Cuando Martí dice: “El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte”, se refería a ser afanoso en el sentido de trabajar para ser honesto y laborioso. Como bien lo expresa la poetisa cubana Julia Calzadilla en un poema: “Es construir algo hermoso / en beneficio de un pueblo (…) Es andar bien recto / con la mirada muy clara, / con la cabeza bien alta…” Porque para que el niño sea en el futuro un adulto honesto, debe en la infancia tener una experiencia con el valor que tienen las cosas cuando se ganan a través del estudio y el esfuerzo noble. Otra vez: ¿cómo se cuida un país? Reconociendo los factores esenciales que deben defenderse y cuidarse porque dignifican la vida. Eso se enseña y se aprende.
El autor es escritor.