En el sistema penal estadounidense, lo normal es que un acusado no logre revisión de su caso por la Corte Suprema (CS) hasta después de ser condenado y que se hayan agotado todas las apelaciones en tribunales inferiores, cosa que puede ocurrir cuando el imputado lleva ya años de estar privado de libertad; y eso es si tiene la suerte de que la CS admita su caso, porque la CS solo acepta una pequeñísima fracción de las apelaciones que le llegan, sean casos civiles o penales.
Donald Trump, por contraste, tiene la suerte de que la CS lo atienda de forma expedita cada vez que acude a ella. Por ejemplo, el jueves pasado la CS celebró audiencia sobre un caso que solo en diciembre fue decidido por la Corte Suprema de Colorado, que falló que Trump está descalificado como candidato a la presidencia en ese estado debido a su rol como “insurreccionista” en los disturbios violentos que intentaron impedir la certificación de Joe Biden como ganador de las elecciones de 2020.
Debo explicar que tras la Guerra Civil en Estados Unidos (1861-1865), una enmienda a la Constitución estadounidense agregó esta cláusula para prohibir que líderes de los estados rebeldes lograran volver a posiciones de poder federal. Desde entonces no se había utilizado y es controversial el argumento de que esto pueda aplicarse a Trump. Yo pienso que sí es aplicable porque rechazar violentamente los resultados de una elección, para quedarse uno en el poder ilegítimamente, me parece un acto incuestionable de “insurrección”. Además, los estados tienen individualmente el poder de regular el proceso electoral en su territorio, cosa que los magistrados derechistas de la CS siempre defienden a capa y espada cuando se trata, por ejemplo, de que algún estado ponga impedimentos a que negros voten. Opino, por tanto, que Colorado está en su derecho de decidir que, en ese estado, Trump no podrá aparecer en las papeletas de votación.
Pero los abogados de Trump apelaron directamente a la CS, que velozmente atendió el caso y puso fecha perentoria para presentar alegatos; los argumentos orales fueron el jueves pasado. Los derechistas tienen mayoría de 6-3 en la CS, lo cual asegura que el fallo será a favor de Trump; pero debo admitir que, en la audiencia del jueves, los magistrados liberales también parecían resistirse a la idea de que cada estado pueda actuar por sí solo en descalificar a candidatos a la presidencia. Por deprimente que sea el fallo que se anticipa, estoy ansiosa por ver las maromas intelectuales que los magistrados derechistas tendrán que hacer para justificar su posición.
Mientras tanto, los abogados de Trump corrieron el lunes a la CS, nuevamente, para pedir su intervención en otro fallo que no les ha gustado; claro que la CS inmediatamente aceptó actuar. Se trata de un fallo emitido solo la semana pasada, rechazando que Trump goce de inmunidad por todas sus acciones durante su presidencia. Fue un fallo unánime y contundente por el Tribunal de Apelaciones del Distrito de Columbia, donde Trump encara juicio penal por haber instigado, supuestamente, el asalto armado al Capitolio en enero de 2021, con el fin de impedir que se certificara a Joe Biden como ganador de la elección presidencial de 2020. La defensa de Trump sostiene que los presidentes tienen inmunidad total y por vida por sus actuaciones durante la presidencia.
Ante eso, los abogados de Trump pidieron que la CS bloquee la aplicación del fallo rechazando la inmunidad, así paralizando el avance de todos los casos pendientes contra Trump en tribunales federales. Lo que quieren es demorar los casos hasta después de las elecciones. Y la CS, siempre complaciente con Trump, inmediatamente emitió una orden perentoria para que el fiscal que maneja el caso en Washington responda en solo una semana a la petición.
Aquí, los magistrados derechistas de la CS tienen una salida fácil, aunque cobarde. No tienen que tomar el paso extremo de avalar que la inmunidad penal de un presidente es total y perpetua; solo tienen que valerse de cualquier excusa para bloquear indefinidamente la aplicación del fallo. Demorar, demorar, demorar. Eso es lo que Trump quiere.
Y para cerrar, les recuerdo el escándalo en Georgia sobre los romances indebidos de la fiscal del caso penal contra Trump (Ver columna del 18 de enero.) Hoy jueves hay una audiencia sobre eso; es seguro que los abogados de Trump y sus coacusados harán un banquete con lo que va a salir.
La autora es abogada y periodista jubilada.