Por tercera vez consecutiva, miembros de la Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana que me honro en presidir, acudimos a las instalaciones centrales del Metro de Panamá, para escuchar a su equipo directivo relatarnos el avance de los trabajos en marcha, así como la forma como han enfrentado los obstáculos que inevitablemente se producen en proyectos de gran magnitud y complejidad como los que tienen entre manos.
Desde aquella primera reunión con Roberto Roy, quien tuvo la responsabilidad de hacer realidad en tiempo récord un proyecto que le cambió la vida a miles de panameños; pasando por Héctor Ortega, que afrontó con gran profesionalismo los drásticos cambios que sufrió la línea 3, al evidenciarse que el cuarto puente sobre el Canal no avanzaba, la sensación de orgullo volvió a producirse en la más reciente cita.
El Metro de Panamá tiene un nuevo director: el ingeniero César Pinzón, pero su llegada no ha significado el despido de funcionarios como suele pasar cada cinco años en la mayoría de las instituciones públicas del país, con la consecuente pérdida de conocimiento, experiencia y destrezas, así como el deterioro de la calidad de los servicios públicos. Por ello, volver a sentarme a escuchar las novedades ocurridas y ocurriendo en el Metro de Panamá fue como reunirme con viejos amigos.
Pero no cualquier clase de amigos, sino aquellos por los que sentimos admiración debido a su conocimiento, ética de trabajo, seriedad, profesionalismo. Uno de esos que todos queremos tener cerca para pedirles consejo o para que se encarguen de algún lío en el que nos hayamos metido. Esa clase de amigos.
Pensarán que exagero, pero no lo hago en lo absoluto. Escuchar al equipo de funcionarios explicar con lujo de detalles cómo han ido deshaciendo los nudos que produjo el cambio de diseño de la Línea 3 -desde el punto de vista contractual, de ingeniería, logística, requerimiento de la administración del Canal, complejos temas financieros y de seguros-, mientras relatan cómo lograron los ahorros que le permitieron empezar el tramo aéreo que ya podemos ver en la vía Interamericana, produce un enorme orgullo. El equipo técnico del Metro de Panamá es sencillamente de lujo.
La Línea 3 del metro, que dará servicios a una enorme cantidad de panameños que viven en Panamá Oeste y que enfrentan un calvario diario para ir a sus puestos de trabajo en la ciudad de Panamá y regresar a sus casas al final del día, ha tenido que afrontar muchas peripecias. Y aunque aún tendremos que esperar hasta 2028 para que la línea esté funcionando, el proceso avanza con buen pie. Prontamente, la tuneladora empezará la magia de abrirse camino bajo tierra y bajo el Canal de Panamá.
Al escucharlos explicar las etapas que han ido superando y los que aún les quedan por superar, es evidente que nada ocurre de forma improvisada. Se planifica hasta el más mínimo detalle y se analizan con rigor todos los riesgos, todas las opciones. Y ahora, con las nuevas tecnologías, pueden hacer simulaciones del movimiento de personas a diversas horas del día, obteniendo datos esenciales para la toma de decisiones.
Y mientras avanza la Línea 3, el equipo técnico del Metro de Panamá continúa los trabajos preliminares de planificación de lo que han llamado la red maestra, que incluye nuevos tramos en las líneas 1 y 2, para dar servicio a la mayor parte de la ciudad de Panamá. Los invito a ver en la página elmetrodepanama.com todos estos detalles.
Otro tema vital que hace parte del trabajo constante en el Metro de Panamá es el mantenimiento. Se trata, claro está, de un tema imprescindible en el manejo de un sistema de transporte público tan sofisticado que incluye la movilización de miles de personas todos los días. Es el mismo tema que brilla por su ausencia en términos generales en el resto de la Administración Pública, ocasionando millonarias pérdidas al país y grandes negocios a lo vivos de siempre.
Cuando la administración del Canal pasó completamente a manos panameñas aquel emocionante 31 de diciembre de 1999, una de las ilusiones que teníamos era que la conocida y respetada cultura de trabajo de esa institución fuese replicada poco a poco en el resto de la institucionalidad. No sucedió.
Por el contrario, algunos de los más conocidos vicios de la política criolla se han ido colando en la ACP, como el más reciente nombramiento de un diputado con un historial de transfuguismo y otras cosillas, en su Junta Directiva. Se trata nada menos que de un diputado colonense bendecido por el dedo del asilado de La Alameda, justo cuando las tierras de su provincia estarán en el centro del debate de los futuros embalses que deben construirse para garantizar agua para todos, incluyendo la operación del Canal.
Hasta ahora, la institucionalidad canalera ha podido enfrentar los vendavales venidos siempre desde la misma dirección y con las mismas intenciones. Seguramente esta vez también lo hará, mientras la tuneladora del Metro de Panamá, se abre camino bajo sus aguas, como evidencia de que algunas instituciones del país funcionan.
La autora es presidenta de la Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana (TI Panamá).