Crisis de deforestación en Panamá: urge planificación y diálogo constructivo



En los últimos dos años, Panamá ha perdido una alarmante extensión de 352,873 hectáreas de bosques debido a la deforestación indiscriminada, un fenómeno impulsado por la expansión agrícola y el crecimiento urbano. Este desgarrador panorama fue documentado en el reciente Tercer Diagnóstico de Bosques y otras Tierras Boscosas 2023, elaborado por el Ministerio de Ambiente. La magnitud de esta pérdida subraya la urgencia de replantear nuestra estrategia para manejar los recursos naturales del país.

El diagnóstico revela que la falta de una planificación ambiental coherente y a largo plazo ha llevado a una gestión inadecuada de los recursos forestales. Panamá ha estado operando con enfoques reactivos que no abordan las raíces del problema de manera efectiva. Esta improvisación recurrente cada cinco años no solo ha sido ineficaz, sino que ha exacerbado la crisis de deforestación y ha puesto en riesgo la rica biodiversidad del país.

Un aspecto crucial en esta discusión es el papel de ciertos grupos que se oponen a proyectos de desarrollo sin considerar sus beneficios a largo plazo. Estos grupos, en su oposición radical, suelen concentrar sus críticas en grandes proyectos como Cobre Panamá en Donoso.

A menudo se alega que tales proyectos son perjudiciales para el medio ambiente, pero el caso de Cobre Panamá ilustra una realidad diferente. A pesar de que el proyecto fue autorizado para deforestar 3,900 hectáreas, la empresa en su EsIA tenía contemplado reforestar 10 mil hectáreas de las cuales ya inició con especies endémicas y ha implementado parcelas de prueba para la recuperación de áreas como la presa de relaves. Este enfoque demuestra un compromiso serio con la planificación ambiental y la protección de la biodiversidad.

La verdadera esencia del ambientalismo radica en comprender la necesidad de equilibrar el desarrollo con la conservación. Los auténticos defensores del medio ambiente no son aquellos que se oponen al progreso sin un análisis constructivo, sino quienes abogan por un desarrollo responsable y planificado. La oposición ciega a grandes proyectos no resuelve los problemas subyacentes; más bien, puede obstaculizar iniciativas que cumplen con estándares ambientales rigurosos y que contribuyen a la regeneración de los ecosistemas.

Para abordar la creciente deforestación sin frenar el desarrollo económico, es imperativo que el gobierno y las empresas adopten un enfoque más riguroso y coordinado. Las políticas ambientales deben ser más estrictas y el cumplimiento de las normativas debe ser monitoreado de manera constante. Al mismo tiempo, es fundamental promover prácticas agrícolas sostenibles que reduzcan la necesidad de deforestación e integren técnicas de conservación del suelo y el agua.

Además, se deben ofrecer incentivos a las empresas que adopten prácticas sostenibles y participen en proyectos de reforestación y conservación, como lo son proyectos como Cobre Panamá en Donoso. La educación y la conciencia ambiental deben ser elevadas entre la población para fomentar una comprensión más profunda de la importancia de un desarrollo equilibrado y responsable. Involucrar a las comunidades locales en la planificación y ejecución de proyectos ambientales también asegura que las soluciones sean adecuadas y aceptadas por quienes están directamente afectados.

La deforestación es un desafío complejo que requiere soluciones innovadoras y un enfoque colaborativo, pero sobre todo presupuesto. Por eso, debemos apostar por los proyectos que no solo traigan beneficios al país, sino que también vengan con esa conciencia ambiental de aportar el presupuesto necesario para la reforestación de áreas dentro y fuera de su centro de influencia directa.

Si queremos preservar los recursos naturales de Panamá para las generaciones futuras, debemos abandonar la improvisación y el activismo destructivo, y en su lugar adoptar una estrategia basada en la planificación, la cooperación y el compromiso real con la sostenibilidad. La clave está en encontrar un equilibrio entre el desarrollo y la conservación, asegurando que nuestras acciones hoy no comprometan el bienestar de mañana.

El autor es especialista en gestión y planificación ambiental y presidente de la Cámara Minera de Panamá.


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