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De cambio y desarrollo

Tal vez, en una escala del 1 al 10, el miedo al cambio esté entre las primeras cosas que el ser humano teme y que le producen serias inquietudes en su estado anímico. Albert Einstein dijo: “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura”.

Es decir, lo único permanente en esta vida es el cambio; claro, siempre y cuando se realicen cosas distintas una y otra vez, entonces, y sólo entonces, lograremos resultados diferentes cada vez. Deberíamos estar acostumbrados a estar en continuo proceso de cambio y adaptación. Hacerlo debe ser parte de nuestro modo de vida. Entiendo que el solo hecho de modificar el actuar de una persona o grupo social, sacarlo de la zona de confort, como dicen los eruditos, hace sentir incómodo a cualquier individuo; a unos más que a otros, pero a todos les afecta dependiendo de la naturaleza del cambio. Lo lamentable del asunto es que algunos pueden llegar a estados de ánimo difíciles, casi irascibles, y peor aún cuando se manifiesta colectivamente. Entonces, se convierte en un problema social cuyos resultados son verdaderos obstáculos y estancan cualquier intento de avance en dirección positiva, es decir, desarrollo para cualquier sociedad.

Aquello obliga a tener firmeza y entereza para que el país cambie y avance positivamente hacia una mejor calidad de vida para la nación panameña, sacándolo del statu quo. Es necesario dejar de hacer lo mismo que se ha hecho durante 121 años, manteniendo al Estado anquilosado en un “ardillismo” vicioso, como dijo en otrora aquel señor, saltando de rama en rama todo el día, sin propósito alguno, consumiendo recursos sin producir resultados. Es necesario cambiar y dejar atrás esa conducta, que es una actitud negativa que deteriora hasta los matrimonios más felices.

Veo, leo y escucho desde hace décadas, día tras día, y ya es el modus vivendi de muchos: los mismos comentarios sobre la realidad nacional. Hay algunos cambios de protagonistas y directores, pero el guion de la obra, en términos generales, continúa siendo el mismo. Aquello mantiene al país en un desgaste generalizado, con antivalores, poco avance y un canibalismo interno galopante.

Como en un juego de fútbol, el balón está en el campo de los nuevos electos. Deben someter al país a varios procesos de cambio y desarrollo, que conlleven grandes acciones y ajustes a la realidad nacional actual, para proyectarla al futuro con metas claras y temporalidades inmediatas y mediatas.

Claro que algunos cambios, producto del proceso de desarrollo, pueden ser más profundos que otros, pero es obligatorio realizarlos. Toda sociedad que pretenda avanzar hacia mejores niveles de vida y bienestar social debe aportar su cuota de sacrificio. Valdrá la pena. Ya es tiempo de que Panamá avance a otros niveles en la sociedad internacional.

De no hacerlo, sería como comparar cualquier edad cronológica de un ser humano lleno de temores y aprehensiones, dejando transcurrir su vida sin hacer los ajustes necesarios, sin arriesgar, y llegando finalmente a la tercera edad, como dicen algunos, sin lograr nada, para entonces terminar casi en la indigencia.

El autor es abogado y urbanista.


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