A finales de 2021, cuando aún nos asomábamos con cautela al mundo con las mascarillas como escudos, un grupo de mujeres acudían expectantes a una cita en la Embajada del Reino de los Países Bajos, para apoyar el proyecto llamado “No sin mujeres”, impulsado por Sol Lauría de la Revista Concolón, Luisa Nuccio de Praxis y la politóloga Claire Nevache.
La idea -ya puesta en práctica en otros países- surgió durante la pandemia cuando Sol, Luisa y Claire se percataron de que en muchas de las actividades virtuales que se realizaron durante el largo encierro, solían participar solo hombres.
Con estos datos en la mano, el citado trío se embarcó en la tarea de crear la versión panameña de “No sin mujeres” como una “plataforma para la promoción del uso equitativo de la voz pública en Panamá”. En concreto, un directorio de mujeres -cada una de ellas expertas en alguna disciplina-, de manera que fuera muy fácil encontrar aquellas que se necesitasen, cada vez que se necesitasen.
La plataforma también incluyó una lista de hombres que se comprometieron a no participar en actividades que no incluyesen mujeres. Una nueva versión del “macho solidario” de aquellos primeros años de la década de 1990, cuando el Foro Mujer y Desarrollo -organización que aglutinó a mujeres de todos los sectores-, logró entre otras cosas la modificación de una importante cantidad de normas que apuntalaban el entramado legal de la inequidad de género del país.
La aguerrida labor de diputadas como Mary Alfaro, Gloria Young, Alicia Franco, Balbina Herrera, así como aquellas que empujaban desde fuera de la Asamblea como Teresita de Arias, Briceida de López, Mariela Arce, Aleyda Terán, Gladys Miller, Ileana Golcher y muchas otras que no alcanzo a citar, hicieron posible las modificaciones legales, así como poner el tema de la inequidad de género en la agenda pública.
Ahora, las impulsoras de “No sin mujeres” dieron un paso más, al lograr el apoyo de organizaciones no gubernamentales, centros de investigación, defensores de derechos humanos, grupos académicos, culturales, artísticos, etc. El objetivo es llevar más lejos y con más fuerza el mensaje de que la discusión pública, el debate ciudadano, la toma de decisiones debe contar con la visión y la sensibilidad de las mujeres.
El mensaje de “No sin mujeres” es tremendamente importante en un país donde las cuotas de participación, ya sea en la política, en directivas empresariales o de entidades pública, encuentra siempre obstáculos.
Por un lado, la supuesta participación igualitaria de hombres y mujeres en los procesos electorales que establece la norma electoral, queda desvirtuada con la válvula de escape que permite a los partidos ignorar este mandato legal, alegando la ausencia de mujeres interesadas.
Al respecto son muy interesantes las conclusiones a las que llegó un informe realizado en 2021 por la Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana, auspiciado por la Embajada de Canadá.
Dicho informe -que se encuentra en la página libertadciudadana.org- identificó con claridad las barreras que impiden una mayor participación en política de las mujeres panameñas, dejando en evidencia que el sistema político -incluyendo por supuesto a los partidos políticos- es el principal impedimento para que las mujeres decidan participar más en puestos de elección popular. En otras palabras, el talante machista marca el funcionamiento de los partidos políticos, abonando la inequidad de género existente. Las cifras de las mujeres en puestos de elección popular son suficientemente elocuentes al respecto.
Allí está también el caso de la participación de mujeres en directivas de entidades públicas y privadas, que debió llegar al 30% en 2020 según lo estableció la ley 56 de 2007. No sucedió. Pero a pesar de todo -incluyendo la válvula de escape que también se creó para incumplir el mandato legal- las mujeres agrupadas en la Asociación de Directoras de Panamá trabajan para romper esas barreras que impiden que más mujeres estén en los lugares donde se toman las decisiones.
Otra evidencia de que la batalla por la equidad de género es aún cuesta arriba en este país, fue el vergonzoso fallo de la Corte Suprema de Justicia de marzo de 2021-con el salvamento de voto de las magistradas-, que establece diferencias entre hombres y mujeres en materia de esterilización en el sistema público de salud, negándole a las mujeres la misma autonomía de sus cuerpos que le conceden a los hombres.
La infame decisión que tiene un impacto terrible en la vida de las mujeres más vulnerables del país, fue tomada por cinco hombres: los magistrados Cecilio Cedalise, Secundino Mendieta, Olmedo Arrocha y Carlos Vásquez, más aquel que, gracias al mágico dedo de un capo, pasó de fiscal a Procurador y de allí a presidente de la Corte Suprema de Justicia en tiempo récord.
Es evidente que la mala yerba siempre aparecerá en la senda abierta por Clara González, Gumercinda Páez, Esther Neira de Calvo o Marta Matamoros. Por ello, mantener el camino limpio y despejado para que continúen transitando por él cada vez más mujeres en búsqueda de la equidad, es responsabilidad de todos.
La autora es presidenta de la Fundación Libertad Ciudadana (TI Panamá)