Alguien me dijo: “lo del café de Panamá fue un golpe de suerte”. Recuerdo el año 2001, estando en un curso de agroecología y ecosistemas tropicales de la Universidad de Davis, California, Estados Unidos. Tuvimos la oportunidad de ver los esfuerzos y las diferentes técnicas que los caficultores estaban empleando en Boquete, entre ellos, Pachi Serracín, con su café bajo sombra con todas las variedades, entre ellas la geisha.
Esta fue mi primera experiencia con el café, pues, aunque era mandatorio en casa, los niños no bebían café, no me apetecía y nunca hice el cambio. Me pareció fascinante el tiempo en Boquete, hicimos lo que hoy llaman la Ruta del Café. Recorrimos varias fincas y beneficios, los procesos, las variedades y pudimos interactuar con los cafetaleros y los catadores (indígenas ngäbe buglé). En el antiguo beneficio de la cooperativa de Boquete nos informaron que el café de la cooperativa había sido bien evaluado en la subasta de café en Boston.
Tras 18 años de aquella experiencia, la visión de los que permanecieron en ese rubro está hoy cosechando los frutos. Hoy en día se reconoce la labor de Serracín como un técnico visionario. Pero este éxito es producto del uso de conocimientos básicos de investigación, a través del ensayo y error, para lograr un producto atractivo al mercado, aunado a una estrategia de comercialización inteligente. Este fue el golpe de suerte.
Me quedan cuatro ideas de esta exitosa experiencia. Una, la importancia de tomar en cuenta los resultados de la ciencia para el desarrollo del país. Otra, lo fundamental del apoyo gubernamental en esta tarea, en este caso, del Ministerio de Desarrollo Agropecuario. La tercera, la necesidad de personal realmente idóneo en las instituciones y, finalmente, la necesidad de que los frutos del éxito de esta iniciativa lleguen a las manos que lograron que esos productos germinaran, la población ngäbe buglé.
Para que el desarrollo sea sostenible, es necesario contar con las técnicas más modernas, los colaboradores mejor informados y el respeto a los ecosistemas. Cuando esta cadena pueda ser completada en el país, alcanzaremos los 17 objetivos de desarrollo (ODS) así entendido y tendremos finalmente prosperidad con equidad en una sociedad democrática.
El autor es bióloga animal y miembro de Ciencia en Panamá