Conozco solo elementos básicos de economía; los que obtuve en dos semestres universitarios con un gran profesor, el Dr. Catín Vásquez. Cuando me lo topo, suelo soltarle, a modo de saludo, la frase ceteris paribus, aprendida con él, lo cual siempre evoca su carcajada. Significa “si no cambian las condiciones”.
Es que tengo la suerte de ser amiga de algunos de los buenos cerebros del país, uno de ellos, admirado expresidente de la República y destacadísimo economista, es el Dr. Nicolás Ardito Barletta, a quien solicité someras aclaraciones.
Mi perspectiva en el asunto de los subsidios es distinta a la de muchos que manejan el tema y de la que pulula en el diálogo social. Creo que se estigmatiza, injustificadamente, la política de los subsidios, y que se menosprecia –a nivel global- a los subsidiados.
Nadie parece recordar lo que los motiva. La pobreza. La necesidad. La carencia de herramientas para competir por buenos puestos de trabajo, como educación, buena salud, transporte adecuado, soluciones habitacionales; y la peligrosa brecha entre los pudientes y los pobres, ciudadanos y vecinos de un mismo país.
Olvidamos que negando al pobre un alivio a su asfixiante carga, aumenta la presión del descontento y acerca al país al peligro, siempre latente, de situaciones caóticas. ¿Es tan difícil reconocer que en Panamá vivimos en una olla de presión social, y que urge ayudar a los marginados a levantarse?
¿Piensan los economistas y políticos que sus cálculos y proyecciones las entiende o significan algo para una población desesperada?
Veamos los subsidios en Panamá. La beca universal, la red de oportunidades a más de 70 mil ciudadanos, sobre todo indígenas para escuela y alimentación. Electricidad a los que consumen menos de 300 kw al mes, y el tanquecito de gas de las familias humildes. Por la importancia del agro, subsidiamos las tasas de interés en sus préstamos.
Invertimos en la gente. ¿Hay algo más importante o más conveniente para todos: gobiernos, privilegiados, marginados?
Y lo que considero vital: los subsidios sirven para compartir, más equitativamente, las riquezas del país.
La autora es escritora
