Expresión francesa equivalente a la española “ya vivido”, con la que se conoce una alteración de la memoria (una paramnesia), caracterizada por la sensación o ilusión de reconocer como ya vistos y familiares, objetos, situaciones o fenómenos que son nuevos y desconocidos.
Los que vivimos en este terruño tan querido y amado, llamado Panamá, escogemos cada cinco años a nuestros gobernantes, a quienes les damos el poder a través de nuestros votos, para dirigir las riendas del país.
El presidente electo, el día de su toma de posesión, nos brinda su discurso y plan de lo que nos espera en los próximos cinco años de su mandato. Discurso que escuchamos con muchas esperanzas, ilusiones y deseos de que se cumpla lo anunciado.
Que no sea un ¡déjà vu! Un ¡más de lo mismo!
Extraemos de los últimos cuatro discursos presidenciales (2009-2014; 2014-2019; 2019-2024; 2024-2029) las promesas o intenciones:
Vamos a trabajar por el país.
Vamos a “desburocratizar” el Gobierno.
Políticos que ponen sus intereses personales sobre los del pueblo…¡se acabó!
En mi gobierno podrán meter la pata, pero no la mano.
La era de los políticos “entran limpios y salen millonarios”…¡se terminó!
El cambio entra primero por Las Garzas de Pacora.
Vamos a combatir el narcoterrorismo y la narcopolítica.
Vamos a gobernar con los mejores.
Panamá con mejor salud y mejor educación.
Me apegaré a todas las leyes y la Constitución.
Lucharé por la justicia social.
Gobernaré con la bandera de Panamá, no con las banderas de los partidos políticos.
La honestidad será mi frente, tal como lo hizo mi abuelo.
Mi gobierno será honesto, transparente y eficiente.
La corrupción no será tolerada en nuestro gobierno.
Iniciaremos desde ya la renovación de Colón.
Fortaleceremos la CSS.
La seguridad será primordial.
Comienza la etapa de unir fuerzas.
Sexta frontera, combate contra la pobreza y la desigualdad.
Me comprometo a que todos crean en mis acciones y decisiones.
Soy el primer obrero de Panamá.
Ningún interés político, individual o económico, estará por encima de los intereses nacionales y no son negociables.
La corrupción nos roba a todos y amenaza nuestro futuro.
Nos intoxicó el clientelismo.
Vamos a hacer ¡sin robar!
No habrá intocables, aunque sean ministros, diputados, empresarios, empezando por el presidente y vicepresidente.
Mi mayor satisfacción, al dejar la presidencia, será caminar con la frente en alto, sin sentir vergüenza.
Mi equipo de gobierno, de aquí a cinco años, deberá poder salir con la frente en alto.
Trabajaré duro para que Panamá sea un mejor país.
En cinco años se dobló la deuda.
Desde hoy, se acabó la fiesta y las cuentas las pagarán los que gozaron, no los que padecieron.
Combatiré la pobreza.
Se acabó la impunidad.
Haré una reforma integral del Estado.
Vienen mejores tiempos para Panamá.
Plan nacional de reconstrucción vial, nuevo hospital de Oncología, recolección y tratamiento de la basura, no más “pataconcitos”, hospital de mascotas, ciudad universitaria, optimización del agua, programas de turismo, tren David-Panamá.
No más matraqueo político ni juega vivo.
Sector privado… no permitan las coimas, el soborno, el tráfico de influencia.
Nadie habla por mi persona.
Realizando una catarsis de lo expuesto versus lo cumplido… definitivamente “¡el papel aguanta cuanto le escribas!”
Panamá hoy día, ¡lamentablemente, no está mejor! Hemos sufrido un retroceso económico, educativo, moral, anímico, de confianza… ¡inmenso! Todo causado por las promesas incumplidas y alteradas de los presidentes.
¿De quién también es la culpa? ¡De nosotros mismos! ¡No hay tu tía, de esta gran verdad! Esperemos y confiemos con cautela que en este próximo quinquenio no sea otro ¡déjà vu!
La autora es arquitecta.