Panamá encara hoy el problema del cierre de la mina a cielo abierto en Donoso. Por el momento, ese cierre está siendo planteado desde una perspectiva legal, que eventualmente conducirá a una propuesta técnica.
Como sociedad, estamos a tiempo de definir el carácter de esa propuesta. En esa definición podemos incorporar las buenas y malas experiencias que nos dejó el desmantelamiento del enclave que fue la Zona del Canal.
Atendiendo a esa experiencia, el cierre de la mina debe ser encarado desde una visión de desarrollo alternativo, que prevenga la posibilidad del gigantesco despilfarro de instalaciones generado por la estrategia de liquidación comercial de las áreas revertidas. Esto requiere ver el proceso de cierre como uno de desenclave de la mina.
Verlo así implica aprovechar la infraestructura existente en el enclave para avanzar hacia un ordenamiento territorial de la región centro occidental que estimule, y facilite, su integración económica y social al resto del país. Un paso en esa dirección debería ser el de crear un corredor desde Aguadulce al puerto de la mina, y de allí al puente sobre el Canal en el Atlántico, estableciendo así un eje interoceánico que sustente el desarrollo del “Gran Coclé” del siglo XXI.
Eso haría de Aguadulce y el puerto del enclave instalaciones auxiliares para un Canal cuyas dificultades de funcionamiento no tendrán solución en el corto plazo. También sería útil incluir en el proceso de integración a la termoeléctrica del enclave, para proveer de energía a toda la región y facilitar su desarrollo. Todo ello, además, debería verse en su relación con la incorporación del embalse del río Indio a un plan de desarrollo socioambiental sostenible, en alianza con la ACP.
Así planteado, el desenclave haría de Coclé una segunda provincia interoceánica, como Veraguas. Y esto, a su vez, haría mucha más racional la organización territorial de la economía y la(s) sociedad(ades) en la región Centro-Occidental de Panamá.
Un desenclave así encarado demandaría que el Estado estuviera en capacidad (y disposición) de articular la participación activa de la población del área con la de otros sectores productivos interesados en el resto del país. Crear esa capacidad es el gran desafío político que plantea el problema a la sociedad, la ciencia y los sectores productivos de Panamá.
El autor es humanista e integrante de Ciencia en Panamá

