Hay escasez de agua, esencial para la vida y motor del Canal de Panamá, debido a la crisis climática global y al fenómeno de El Niño. En 2023, se registró una reducción del 25.6% en la precipitación acumulada en la Cuenca hidrográfica del Canal de Panamá, la más baja en 73 años. El aumento de la temperatura ha provocado una disminución en los niveles de agua de los lagos Gatún y Alhajuela, principales fuentes del canal, que también abastecen a dos millones de personas en Panamá, Colón y Panamá Oeste. Esta situación crítica está afectando la capacidad instalada del canal.
Desde el consumo humano hasta la agricultura y la conservación del medio ambiente, el agua es esencial. Es fundamental considerar cómo nuestras acciones impactan su accesibilidad, su calidad y su gestión.
Nuestro Canal utiliza agua dulce en lugar de agua de mar, como lo hace el Canal de Suez. Cada tránsito requiere aproximadamente 200 millones de litros de agua dulce.
La crisis del agua en otras regiones del país se atribuye a la falta de infraestructuras para su tratamiento y distribución, más que a la escasez de lluvias. El Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales suministra agua al 76% de la población en localidades con más de 2,000 habitantes, pero la demanda supera la oferta. El crecimiento poblacional ha sido muy rápido en los últimos años, pero no se han construido al mismo ritmo las infraestructuras de suministro y tratamiento del agua, lo que ha mantenido la producción de agua estancada.
Es urgente identificar y desarrollar nuevas fuentes e invertir en ellas para abastecer de manera sostenible e innovadora a la población y al Canal de Panamá. Se requiere una política público-privada integrada, así como una cultura de consumo responsable y la aplicación de ciencia e innovación para impulsar soluciones efectivas.
Una de las principales propuestas para abordar el problema del agua en el mundo es la implementación de plantas desalinizadoras de agua de mar. Países en todo el mundo han adoptado esta tecnología para hacer frente a la escasez de agua dulce. Destacan casos como los de Estados Unidos, Israel, Kuwait y Omán. En particular, Omán y Kuwait son países con una demografía similar a la nuestra. Respecto a Estados Unidos e Israel, nuestra nación mantiene sólidas relaciones diplomáticas bilaterales, lo que podría facilitar un intercambio de conocimientos, apoyo tecnológico y desarrollo de capital humano.
La desalinización implica eliminar la sal del agua de mar para convertirla en agua potable o adecuada para otros usos. Estas plantas emplean la tecnología de Ósmosis Inversa. El agua de mar se somete a presión a través de una membrana diseñada para retener las sales y otros contaminantes, produciendo así agua potable. Esta tecnología es altamente eficiente y presenta la ventaja adicional de que el residuo, conocido como salmuera, puede utilizarse para la producción de energía eléctrica renovable mediante el proceso de “energía osmótica”.
Aprovechar esta posibilidad convertiría el proceso de estas plantas en ecoamigable y sostenible, además de contribuir al abastecimiento de agua para el consumo humano. Esto aliviaría la presión sobre la cuenca del Canal de Panamá y ayudaría a satisfacer parte de la demanda energética en el país, lo que podría resultar en una disminución de los precios y una diversificación de la matriz de producción eléctrica hacia una opción más sostenible para el medio ambiente.
La implementación de plantas desalinizadoras de agua de mar en Panamá no solo ayudaría a garantizar un suministro de agua confiable para mantener la competitividad del Canal de Panamá, sino que también beneficiaría a comunidades enteras y escuelas que actualmente carecen de acceso a agua potable.
Al proporcionar una fuente sostenible de agua dulce, estas plantas contribuirían directamente a mejorar la calidad de vida de la población y apoyarían el crecimiento económico del país. La inversión en tecnologías de desalinización no solo cumpliría con las necesidades operativas del canal, sino que también tendría un impacto significativo en el bienestar y en el desarrollo de las comunidades panameñas.
Identifiquemos fórmulas innovadoras que nos beneficien a todos. Juntos, podemos impulsar un cambio positivo para abordar nuestros desafíos hídricos y mejorar nuestras vidas.
(El autor es miembro de Jóvenes Unido por la Educación y Egresado del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana 2021)