El desarrollo infantil es un proceso continuo que va de la concepción a la madurez, con una secuencia similar en todos los niños, pero con un ritmo variable.
Mediante este proceso el niño adquiere habilidades en distintas áreas: lenguaje, motora, manipulativa y social, que le permiten una progresiva independencia y adaptación al medio que lo rodea.
La etapa prenatal y los primeros tres años de vida constituyen un período crítico para el desarrollo de las personas.
Lo que sucede con un niño durante esta etapa es determinante para su bienestar presente y futuro: el 40% de las habilidades mentales del adulto se forma en los tres primeros años de vida.
Se trata del período de la vida en que el cerebro experimenta un crecimiento único: su tamaño se duplica y el número de sinapsis neuronales crece exponencialmente.
Este crecimiento y desarrollo cerebral está determinado en gran parte por la carga genética y una buena nutrición, pero también por la vivencia de experiencias emocionales enriquecedoras. La nutrición, la salud, la protección y el cuidado en esta etapa constituyen los nutrientes esenciales que el cerebro necesita para desarrollarse.
La estimulación oportuna y el juego son fundamentales para un adecuado desarrollo cognitivo, como también la autonomía para ser creativos. Los niños de 0 a 3 años se desarrollan y aprenden con mayor rapidez cuando, además, reciben afecto, comprensión, cuidado, estimulación (un medio ambiente enriquecedor) y atención de la salud. En este sentido, la estimulación no se logra dándole al bebé juguetes caros y tecnológicos. Los bebés no aprenden viendo videos ni televisión, sino de su interacción con personas reales.
La evaluación del desarrollo infantil de manera regular y periódica y la detección precoz de signos de alarma que señalen alteraciones en su evolución normal, tienen repercusión crucial para lograr el máximo potencial de las capacidades y habilidades de cada niño.
Es importante destacar que los hitos del desarrollo tienen un amplio margen de variabilidad normal, y es más importante establecer que se está logrando una secuencia adecuada de eventos en el tiempo, que fijarse en un determinado logro puntual.
El diagnóstico de las alteraciones del desarrollo y la intervención temprana tienen como objetivo remediar deficiencias existentes o emergentes, prevenir el deterioro funcional del niño, promover la adaptación de los padres y favorecer un adecuado funcionamiento de la familia.
Si sospechas que un niño cerca de ti padece de algún trastorno del desarrollo, no mires para otro lado; pregunta, pide ayuda y recuerda que cuanto antes él y su familia reciban una intervención adecuada, mejores serán los resultados.
La autora es pediatra