El enfoque es equivocado y el desgano es universal para afrontar el desafío del envejecimiento, en medio del decenio fijado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para abordarlo. Edilia Carmargo, filósofa y atleta, lamenta la falta de ánimo de los gobiernos por establecer criterios de protección de derechos para un segmento de la población, que no se muestra interesada en activarse.
En América Latina, suman 85 millones de adultos mayores -de más de 60 años de edad. Medio millón en nuestro país.
El desgano no solo es de los operadores y líderes políticos, sino también de los sexagenarios y más. “Empiecen a caminar ya”, recomienda Edilia, quien adiciona: “No dejemos de trabajar nunca. Mi abuelo nunca dejó de trabajar y murió a los 105 años”, expresa. “Levantémonos, indignémonos”, proclama.
Los adultos mayores deben saber qué quieren. Mujeres y varones se ponen las pantuflas -indica- y declaran que se terminó la vida para ellos.
Octogenaria, ella se entrena en deportes y ha competido en campeonatos mundiales de atletismo. Ha conquistado triunfos. Ostenta dos medallas mundiales de plata en maratón.
Para abonar a la causa de los adultos mayores, hace un par de años, el atleta Lester Wright, centenario, obtuvo el récord mundial en carrera de 100 metros. Ante el trofeo, admitió que en el envejecimiento la clave está en la cabeza; no en lo físico.
Wright es un sargento veterano estadounidense de la Segunda Guerra Mundial, quien empezó a correr a los 20 años, y estuvo al mando de general George Patton y actuó en las playas de Normandía y en la Batalla de las Ardenas.
Existe una confusión entre vejez y envejecimiento, que atrasa el avance en las políticas sobre los derechos de los adultos mayores. Es más que una diferencia semántica. La vejez es una construcción social y cultural, mientras que el envejecimiento es un proceso biológico.
Debes ser amigo de tu cuerpo. No lo debes convertir en tu demonio. Es tu único bien. Con el envejecimiento, aumentan las carencias y hay que suplirlas. Es frecuente, a determinadas edades, personas echarse a morir, a la espera que ese momento crucial, como si la muerte fuera exclusiva para los adultos mayores. La muerte le llega a bebés, niños, adolescentes, jóvenes. Cada uno debe conocer su cuerpo. “Si no conoces tu cuerpo, no sabes quién eres. Si no lo conoces, no sabes cómo ser feliz”, apuntilla. Dedicada por 50 años al atletismo y doctora en Filosofía, su consigna es: “Me ejercito para pensar”.
En Naciones Unidas se celebró una reunión exploratoria, en un debate que tiene 12 años, sin posibilidad de disponer de recursos económicos -los de derechos humanos hoy destinados a Ucrania- y sin la opción de negociar una convención, como sí tienen por separado África, Europa y América (sin la adhesión de Estados Unidos y Canadá). La protección de los derechos de los adultos mayores es el norte de esos documentos.
La negociación en ONU prosigue sin mucho ánimo.
A la convención americana correspondiente se han adherido 8 países. Panamá no lo ha hecho y el proyecto para su ratificación legislativa está en la Comisión de Relaciones Exteriores.
El envejecimiento humano se acelera y afecta todos los órdenes, incluso el de la seguridad social. En América, Cuba, Uruguay y Argentina poseen los segmentos más amplios de adultos mayores.
El autor es periodista