El Día Internacional de la Madre Tierra se celebra cada 22 de abril desde que la Organización de Naciones Unidas (ONU) lo estableció en 1970. Este día marcó un hito ambiental global cuando más de 20 millones de personas se manifestaron para destacar el impacto de las actividades humanas sobre el medio ambiente. Ahora, más de 54 años después, este día ha alcanzado a miles de millones de personas en todo el mundo, recordándonos que, aunque se diga que “todos los días son el Día de la Tierra”, es el 22 de abril cuando la celebración cobra mayor visibilidad.
Mirando atrás, después de 1945, la devastada Alemania de la posguerra no priorizaba las cuestiones ambientales debido a la urgente necesidad de reconstrucción económica y social. La industria química emergió como un pilar fundamental en este proceso, a menudo a costa de un incremento significativo en la contaminación del aire y del agua. Sin embargo, con el tiempo, la misma sociedad que había visto a esta industria como un motor de prosperidad comenzó a percibirla como una amenaza para su bienestar, especialmente en las comunidades cercanas a estas fábricas que sufrían por la severa polución atmosférica y de sus ríos y afluentes.
Esta creciente preocupación ambiental llevó a un escrutinio público y presiones políticas que resultaron en el inicio de la actualización de las normativas ambientales en Alemania en 1949, modernizando leyes que databan del siglo XIX. Alemania también logró instaurar dos principios fundamentales: el principio precautorio y el de que “quien contamina paga”. En contraste, en otros países industrializados como Estados Unidos, el consumo masivo de gasolina con plomo y la falta de regulaciones eficaces permitían que la contaminación fuera comúnmente aceptada como un “olor a prosperidad”. Con el tiempo, la opinión pública, los científicos y los activistas comenzaron a denunciar la contaminación como una amenaza a los ecosistemas, las especies y la propia vida humana.
No obstante, el panorama comenzó a cambiar con la publicación del libro Primavera Silenciosa por Rachel Carson en 1962. Este libro se convirtió en una especie de biblia ambiental que cambió la percepción pública al vincular directamente la salud humana con la contaminación ambiental. Carson denunció cómo la industria química, a través del uso excesivo de pesticidas como el DDT, había creado un ambiente donde ni los insectos ni las aves podían sobrevivir, simbolizado en la ausencia de sus cantos durante la primavera.
Este cambio de conciencia fue crucial para que tanto ciudadanos como políticos empezaran a tomar acciones concretas hacia la conservación del medio ambiente. La historia del Día de la Tierra y de movimientos similares demuestra que la protección del planeta depende en gran medida de la voluntad colectiva y el compromiso hacia objetivos de conservación que benefician a toda la humanidad.
El Día de la Tierra nos recuerda anualmente nuestra responsabilidad para con el planeta, mientras que la historia ambiental nos enseña que el cambio real proviene de una conciencia pública informada y de políticas que reflejen un compromiso genuino por un futuro sostenible. Este año se invita a hacer una reflexión profunda y a tomar acciones sobre la enorme contaminación del planeta por los materiales plásticos, que han llegado a todas las cadenas tróficas, al torrente sanguíneo humano y eso debe detenerse. ¡Iniciemos!
El autor es biólogo y académico de la Universidad de Panamá.
