Repasemos algunos indicadores que nos permitirán sacar conclusiones sobre el crecimiento económico y el desarrollo humano, y analizar cómo podemos volver a crecer más y mejor. Durante el período 2005-2019, nuestra economía tuvo un promedio anual de crecimiento del 6.7%, destacando los años 2007 y 2011 con un crecimiento del 12.1% y 11.3%, respectivamente. La tasa de desempleo promedio fue del 6%, alcanzando su punto más bajo en 2012 y 2013, con un 4.1%. Además, el índice de pobreza se redujo significativamente, pasando del 42% al 21.5%.
En términos de estabilidad económica, los niveles de inflación en la canasta básica familiar promediaron menos del 2.5%, con un índice de precios del 1.7%. En cuanto a seguridad, los índices de criminalidad mostraron una disminución notable entre 2013 y 2018. Panamá también se posicionó entre los cinco países de la región con mayores inversiones durante 2010-2018, alcanzando un 4% del flujo de Inversión Extranjera Directa (IED) regional. Las inversiones crecieron un 36.3%, pasando de 4,826 millones de dólares en 2017 a 6,578 millones en 2018, convirtiendo a Panamá en el quinto receptor de IED en América Latina, un avance notable desde su posición como noveno.
Entre las obras emblemáticas que consolidaron a Panamá como un hub logístico, multimodal y destino seguro para la inversión, se incluyen el Canal Ampliado, las líneas 1 y 2 del Metro, el tercer puente sobre el Canal, la Cinta Costera (fases 1, 2 y 3), el Centro de Convenciones de Amador, nuevos puertos marítimos, y mejoras en la Vía Panamericana hacia Chiriquí, Herrera y Los Santos. También destacan la construcción de la mina de cobre, hidroeléctricas como Changuinola y Barro Blanco, dos plantas de gas natural, la ampliación del Aeropuerto Internacional de Tocumen, y los primeros proyectos de energía solar y eólica. Asimismo, se fortalecieron infraestructuras clave como la línea 2 y 3 de transmisión eléctrica y la interconexión de siete cables de fibra óptica.
En el ámbito normativo, se implementaron leyes fundamentales: la Ley de Responsabilidad Fiscal, la Ley Marco de Participación Ciudadana, la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, y la Ley de Descentralización. También se aprobaron normativas para promover la inversión extranjera, como la Ley de Sedes de Empresas Multinacionales, y se implementaron políticas para mejorar el empleo y el poder adquisitivo de los trabajadores, como el aumento del salario mínimo y la eliminación de la Región 3 de salarios.
Todo este progreso fue posible gracias a un diálogo nacional inclusivo, donde representantes de diversos sectores —políticos, sociales, empresariales y laborales— trabajaron juntos para superar la inequidad y reducir la pobreza. En 2005, se creó el Consejo de la Concertación Nacional para el Desarrollo como un marco permanente de consulta y consenso. Entre sus logros, destaca la reserva de un tercio de los ingresos del Canal para inversiones, evitando su uso en gasto corriente.
El modelo de diálogo social permitió diseñar el Programa de Desarrollo Nacional, a través de espacios participativos que promovieron leyes clave en inversión, infraestructura y desarrollo social. Este enfoque colaborativo fue esencial para construir confianza y establecer políticas públicas efectivas.
Para volver a crecer más y mejor, es necesario fortalecer estos espacios de diálogo y consensos. Temas como la reforma de la CSS, el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal, la sostenibilidad hídrica del Canal, la apertura de la mina de cobre, la construcción del cuarto puente sobre el Canal, el Puerto de Aguadulce y el tren Panamá-David requieren de un esfuerzo conjunto. Sólo a través del diálogo y el trabajo colectivo lograremos generar prosperidad, estabilidad y confianza en el futuro de nuestro país.
El autor es exministro de Trabajo y especialista en Normas Internacionales del Trabajo.