Coincidiendo con la maravillosa Feria anual del Libro que acaba de terminar, dedicaré esta columna al Nobel de la Literatura latinoamericana y héroe español de la misma. Para nadie es un secreto mi admiración por Don José Ortega y Gasset.
En una relectura del libro La llamada de la tribu, de Mario Vargas Llosa, me reencontré con una sección dedicada a José Ortega y Gasset. Su descripción es tan certera que me motivó a repetirla para beneficio de mis lectores y, de este modo, honrar sus ideas a través de la mejor pluma latinoamericana.
Entre muchas otras cosas, Vargas Llosa escribe sobre Ortega y Gasset: “Tan crítico del extremismo dogmático de izquierda como del conservadurismo autoritario, nacionalista y católico de la derecha. Buena parte de ese pensamiento conserva su vigencia y alcanza nuestros días, luego de la bancarrota del marxismo y sus doctrinas parasitarias, y del excesivo economismo en que se ha confinado cierto liberalismo.”
Ortega definió la nación como “un proyecto sugestivo de vida en común”, complementario a aquella de Renán, a quien cita con entusiasmo, según lo cual “una nación es un plebiscito cotidiano”... y una defensa de la libertad como valor supremo. Una libertad que es, al mismo tiempo, motor de progreso material, de la ciencia, las artes y las letras, y de esa civilización que ha hecho posible al individuo soberano, con su independencia, sus derechos y sus deberes, en permanente equilibrio con los demás, defendidos por un sistema legal que garantiza la convivencia en la diversidad.
Según Vargas Llosa, Ortega y Gasset “nunca llegó a sintetizar su filosofía en un cuerpo orgánico de ideas. Su obra se fue formando a partir de conferencias y textos breves, escritos para diarios y revistas, que luego recopilaba en libros”.
Digo yo aquí en un aparte que mi admiración hacia Ortega y Gasset se consolidó cuando Doña Julia Aurora Pérez de Vallarino, mi querida suegra (sí, así como lo leen, mi suegra), quien, rompiendo todos los moldes, es muy querida por mí. Al igual que su mamá (la abuelita de Maruja), llamada en Veraguas “la Niña Mora”, quien vivió los 100 años y era mi compañera constante de conversa histórica. Pues bien, mi suegra me regaló un diciembre la obra completa de José Ortega y Gasset (son como 15 volúmenes). Lo increíble de su obra es que no envejece. Su lectura lo ubica a uno en el hoy, como si fuera panameño observando los problemas y oportunidades del Panamá actual, con visiones extraordinarias.
Escribe Vargas Llosa: “En vez de disolverlo y borrarlo, la historia contemporánea ha confirmado a Ortega y Gasset como el pensador de mayor irradiación y coherencia que ha dado España en toda su historia a la cultura laica y democrática… y también el que mejor escribía. Es hora de que la cultura de nuestro tiempo conozca y reconozca, por fin, como se merece, a José Ortega y Gasset”.
Coincido 100% con nuestro hoy Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en todos los conceptos que escribe sobre Don José Ortega y Gasset en su obra La llamada de la tribu, publicada en 2018.
El autor es fundador de La Prensa.