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Donald Trump y la reedición del ‘Destino Manifiesto’

Donald Trump y la reedición del ‘Destino Manifiesto’
Ministro de Relaciones Exteriores, Javier Martínez-Acha (izq.) junto al secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio (der.). Isaac Ortega

La sustentación ideológica del llamado “Destino Manifiesto” que debía colocar a Estados Unidos como una potencia mundial con derecho a expandir sus fronteras se basa en un “derecho divino” que le da al país en mención su opción de intervenir y hacer la guerra para expandir “la democracia” y la “libertad” hasta donde sea posible.

La ideología se expresó claramente en varios eventos bélicos, como la guerra contra México (1846), cuando Estados Unidos se apoderó de varios territorios del norte de México; la guerra contra España (1898), en la que se apoderó principalmente de Puerto Rico, y la intervención en Cuba.

A raíz de dicha doctrina, han existido otras variantes intervencionistas como la famosa “Doctrina Monroe”, en la cual el quinto presidente de la nación norteña proclama que “ningún país de Europa” debe tener injerencia en América, la cual ya es considerada como parte de la esfera de influencia de Estados Unidos.

Resulta irónico que los distintos presidentes que ha tenido Estados Unidos hayan realizado intervenciones donde se limita la autodeterminación de los pueblos y, por ende, su sistema democrático interno, todo ello bajo la justificación de la libertad.

El “Destino Manifiesto” siempre ha necesitado de la figura de “enemigos de Estados Unidos y la libertad” para poder justificar sus acciones militares intervencionistas. En algún momento fue Europa, después la URSS, los terroristas de Oriente Medio y ahora la China “comunista”.

En la década de los ochenta por ejemplo, el presidente republicano Ronald Reagan justificó su invasión a la isla de Granada supuestamente porque la misma había caído en manos del “bloque comunista” bajo el liderazgo de la Unión Soviética, propulsor del “comunismo a nivel internacional”. Luego vinieron los bombardeos a Libia y la ayuda en armamentos para la “Contra” en Nicaragua. Todo para sustentar el dominio y mostrar el poderío bélico de Estados Unidos.

Ahora bien, es importante tener en cuenta que los momentos más significativos en los cuales el “Destino Manifiesto” sale nuevamente al escenario mundial son precisamente donde se pone en cuestionamiento el papel de Estados Unidos como líder mundial. Recordemos que antes de la llegada de Reagan al poder, Estados Unidos estaba pasando por una especie de “trauma” por la derrota en Vietnam y el fracaso en operaciones de rescate como la de los rehenes en Irán (1979) que puso en entredicho la imagen del “Rambo gringo” que no falla en sus misiones.

El segundo mandato de Trump con un mundo multipolar y con una economía en picada recoge parte de la ideología del “Destino Manifiesto” cuando el secretario de Estado de ese país, Marco Rubio, de origen cubano, declara abiertamente que las fronteras de “Estados Unidos van más allá de su propio territorio”. Pero también se añade el componente de la Doctrina “Monroe” que señala a China como un peligro para la democracia y la esfera de influencia de Estados Unidos, en especial en América Latina con la cual ya tiene “negocios”. Esta vez la nueva “Doctrina Monroe” suaviza su discurso contra países con presidentes “fuertes” y los endurece contra aquellos que considera débiles o todavía vasallos.

Con Costa Rica y Panamá se recurre a la amenaza y el “ultimátum” si no se ciñen al mandato de Trump, sin embargo, con El Salvador que mantiene lazos comerciales fuertes con la “China Comunista” del discurso “Trumpiano” se le va la mano en elogios. Honduras le responde de “tú a tú” a Estados Unidos por el tema de los deportados y ya contra Venezuela el discurso agresivo bajó de tono.

En Costa Rica se percibe la imagen de un presidente tico casi en actitud de “mayordomo” cuando habla con Rubio, y en Panamá, una bochornosa toma de un canciller con las manos en actitud de súplica despidiendo a Rubio en el aeropuerto, lo que nos cubre a todos con el paraguas del “Estado neocolonial”, precisamente la influencia contra la cual luchamos durante décadas, por la cual recuperamos el Canal y sus áreas revertidas, y que ahora nos amenaza con revertir, debido a funcionarios blandengues que han aspirado toda su vida a un autógrafo de Mickey Mouse.

El autor es sociólogo.


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