Muchos no dormimos la madrugada en la que Erick Jaén peleaba su campaña para lograr la alcaldía de la ciudad de Santiago de Veraguas. Estuvimos atentos, hasta que cada voto fue contado una y otra vez. Para muchos, este era el camino, el de cambiar lo que podía ser cambiado, y hoy, a meses de haber ganado la elección, seguimos preguntándonos, ¿dónde está el camino?
Aún es poco tiempo de haber comenzado su gestión pero ya la alcaldía de Santiago tiene sus buenos escándalos. Anuncios de varios acólitos sin experiencia ni calificaciones para altos cargos en su gabinete, falta de autonomía, y una política alineada con los intereses del partido, muchas veces en detrimento de los intereses de la población local, una causal altamente peligrosa que los ha llevado a implementar decisiones que solo benefician al movimiento. La constante toma de decisiones de MOCA, tratando de imponer un nuevo modelo de gobierno, ha erosionado los valores y la confianza en el proceso democrático con que fueron electos.
Están claros los objetivos al nombrar a candidatos que obviamente no tienen la preparación, experiencia o temperamento para desempeñar estos cargos. Lo primero, es rodearse de adeptos que no cuestionen las exigencias del partido. Moca ha demostrado crecer cada día, sin embargo, a pesar de llegar a escaños tan altos, ha sido incapaz de dominar el tamaño y la complejidad del mecanismo estatal que rige a un país, gastado y reducido al pantano de la vieja escuela política.
Ponerse al lado opuesto de cada propuesta, colocarse abiertamente como oposición y utilizar el caos como herramienta para tratar de domar el aparato estatal, no ha sido suficiente. Al menos en la alcaldía de Santiago, los elegidos para su primer gabinete, no son, en mayoría, convencionales para sus votantes. Quizás la falta de experiencia o la competencia son obstáculos; sin embargo, lo que importa aparentemente es la obediencia.
Moca no quiere funcionarios que les recuerden que los aranceles tienen consecuencias inflacionarias; no quiere a nadie que le impida perseguir a enemigos políticos, o que les diga que no es posible ordenar un ejército de profesionales que disparen ideas novedosas, con salarios elevadísimos, sin que eso traiga consecuencias. En el mapa del partido, está más que vista la revancha política: Emplear el aparato del estado para castigar a quienes se le han opuesto, e invisibilizar, notoriamente, a quienes no comparten sus ideas, dejándolos fuera el mapa laboral, aspecto que ha dejado un trago amargo en la población de Santiago, la cual, en mayoría, creyó que tendría en la alcaldía una chispa nueva.
Estos objetivos, que responden a Eric Jaén y su colectivo, más que a los intereses del país, han llevado por lo pronto a un presunto gabinete compuesto por personas muy competentes, y personas tan incompetentes que es difícil entenderlo como otra cosa que el chiste que no es. No solamente será disruptivo para la vida de los votantes que simplemente querían “la diferencia” sino además peligroso para la estabilidad de la ciudad en general. Una especie de dualidad que empaña por completo la credibilidad de su gestión.
Según la Declaración de principios del Movimiento Otro Camino, la igualdad social es prioritaria para ellos, sin embargo, hasta el momento, el aire de inconformidad se mezcla muy fácilmente en la ciudad sobre todo entre las personas de menos recursos económicos. Amiguitos de los amiguitos en puestos de renombre, y reincorporaciones del pasado período de gobierno, mostrando la cara a tutiplén con todo el aire de regocijo, llevando y trayendo, dejando en tela de juicio todo intento de que el trabajo que el señor Jaén intenta hacer, tenga valor alguno ante sus electores.
Este atropello del proceso de nominaciones y confirmaciones en su gabinete ya ha tenido sus reveses: Algunos se han retirado y otros deberían hacerlo. Personal que demuestra ser intragable para la opinión pública, en parte por los escándalos y en parte por su baja popularidad entre la mayoría de los miembros de esta comunidad del interior del país. Muchos que visitan la sede de la alcaldía, han mostrado su inconformidad, y el dejo de sinsabores crece día a día.
La segunda píldora difícil de tragar para los ciudadanos de Santiago, es la forma en la que el señor alcalde responde a los ataques en redes sociales. No importa cuán absurdo sea el argumento, el caso es defenderse. Es de ilusos esperar que el colectivo de una ciudad antes unipartidista, que se había aferrado a la idea de un cambio, pueda tragar normas democráticas polarizadas en extremo, sin pasar por el filtro de la crítica. Un político experimentado, probablemente omitiría esas nimiedades, y en su lugar haría resistencia a quienes, más que orden, reclaman obediencia histórica. Pero, aun así, si montaran una resistencia mínima, nada haría que el pueblo cambie de opinión, si tiene a su lado gente que, en lugar de despejarle el camino, continúa llenándolo de escombros.
Todo indica que MOCA prefiere trabajar dentro de las normas democráticas, pero en su lugar las atropella hasta lograr sus objetivos. El caos dentro de la alcaldía de Santiago es evidente, y crear maniobras, como empujar el consenso con el pueblo, a un receso —una vaga provisión legal que nunca se ha usado, y que se considera una reliquia política para quienes saben utilizarla — es precisamente lo que MOCA necesita. De ser aceptado ese camino, se sentaría el mayor precedente sobre la autoridad casi total de un partido y se colocaría a MOCA aún más cerca de su objetivo de gobernar como autócratas y no como reza su declaración, como un gobierno abierto.
Hay un camino escabroso por recorrer en la alcaldía de Santiago de Veraguas. Un sendero peligroso en el que ciudadanos y dirigentes abren brechas en distintas direcciones.
La autora es bibliotecaria, poeta y narradora.