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Economía hipotecada

Uno de los resultados recurrentes de las Pruebas PISA en Panamá es que solo 1 de cada 100 estudiantes sabe diferenciar una opinión de un dato. Es decir, creemos más en “cuentos” que en “cuentas”. Construimos narrativas de satanización, descalificación y victimización basadas en opiniones, slogans y consignas, no en evidencia. Sin embargo, “lo que no se mide no existe”.

En el 2012 Panamá ya era el país más conflictivo de América Latina

En el 2012, un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), titulado “La protesta social en América Latina”, ubicó a Panamá, con 5.5 protestas por cada 100 mil habitantes (Tabla 4.2, página 145), como el país con la mayor conflictividad social por habitante en Latinoamérica.

Ese año comenzó la precarización y estatización del empleo

Entre el 2004 y 2012 se triplicó el Producto Interno Bruto (PIB), y el 78% de los nuevos empleos generados fueron asalariados del sector privado, el 13% funcionarios y el 9% informales. La deuda externa en el 2004 era de $9,333 millones y en el 2012 cerró en $14,567 millones, un aumento promedio de $654.25 millones anuales durante 8 años.

Entre el 2012 y 2024, el tamaño de la economía panameña se duplicó, y la deuda externa pasó de $14,567 millones a $53,736 millones, a razón de $3,264 millones/año, cinco veces más que el ritmo de endeudamiento 2004-2012.

Entre agosto 2012 y octubre 2024 (12 años) se perdieron 24,174 empleos formales del sector privado, al tiempo que se agregaron 63,044 funcionarios y 264,153 informales a la economía. Es decir, cada trabajador asalariado que perdió su empleo en ese lapso (2012-2024) fue reemplazado en la economía por 3 funcionarios y 10 informales.

La situación se agravó en los últimos cinco años. Entre agosto 2019 y octubre 2024, 44,261 asalariados privados perdieron sus empleos, pero se agregaron 19,409 nuevos funcionarios y 28,372 informales a la economía. Es decir, que de cada cinco empleos que genera hoy la economía, tres son informales y los otros dos son funcionarios.

En ese período, la deuda externa panameña aumentó de $26,612.42 millones (junio 2019) a $53,736.74 millones (diciembre 2024), a razón de $5,425 millones por año, ocho veces más que el ritmo anual de endeudamiento entre el 2004 y 2012.

Impacto del repentino cese minero y la pérdida del grado de inversión de Fitch

La repentina interrupción de $900 millones de compras anuales de la operación minera a 24 sectores de la economía, la disminución de $2,165 millones en financiamientos bancarios al sector productivo, producto del aumento de las tasas de interés debido a la pérdida del grado de inversión, y la pérdida de $1,600 millones de flujo de Inversión Extranjera Directa (IED) entre 2019 y 2024, representaron la desaparición de $4,600 millones de dinero privado de la economía, al tiempo que la deuda externa aumentó en $27 mil millones en ese mismo período.

Estos eventos ocasionaron la peor catástrofe laboral después de la pandemia. Entre agosto 2023 y octubre 2024 se perdieron 54,107 empleos formales no agrícolas, incluyendo 6,636 empleos en el sector financiero y de seguros, con un salario mensual promedio de $1,156.30, $422 superior a la media salarial en la economía, producto del aumento de las tasas de interés. De hecho, en esos 14 meses, la ciudad de Panamá perdió el 27 % de sus trabajadores formales del sector financiero y seguros, a lo que se agregan 4,393 empleos perdidos en el sector inmobiliario.

Hipotecamos la economía para financiar funcionarios e informales

Entre el 2004 y 2012, la deuda externa panameña creció $654.25 millones por año, en una economía donde cuatro de cada cinco nuevos empleos fueron asalariados del sector privado, uno de ellos un joven menor de 30 años.

Entre el 2019 y 2024 nos endeudamos a razón de $5,425 millones anuales (ocho veces más) en una economía donde tres de cada cinco nuevos empleos son informales, dos son funcionarios, y donde 10,542 jóvenes de 15 a 29 años perdieron sus trabajos en cinco años.

Desde el 2012, la exclusividad de la generación de empleo formal y los mayores aumentos salariales se han dado en el sector público, mientras que los jóvenes pasaron de aportar uno de cada cuatro empleos que generaba la economía (2004-2012) a no ser parte de la expansión del empleo.

Hipotecamos la economía para financiar funcionarios e informales, con los jóvenes llevándose la peor parte. La paz social solo la lograremos con confianza, inversión y trabajo, no aumentando el gasto público con plata prestada.

El autor es asesor empresarial.


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