Educación de calidad: ¿Prioridad o simplemente discurso?



En el vertiginoso panorama político de Panamá, en el que las controversias y las luchas de poder acaparan la atención, es fácil perder de vista un pilar esencial para el progreso de la nación: la

educación. Mientras los candidatos se enredan en discusiones infructuosas sobre agendas partidistas, la educación, que debería ser el motor del desarrollo social y económico, queda relegada a un segundo plano.

La educación es el cimiento sobre el que se erige el futuro de una sociedad. En Panamá, sin embargo, la calidad y la accesibilidad de la educación enfrentan desafíos significativos. Las escuelas carecen de recursos básicos, infraestructuras funcionales, los estudiantes se enfrentan a la inequidad y desigualdad en su formación académica, a la carencia de insumos educativos, y a la falta de presencia docente en áreas de difícil acceso. La brecha entre las zonas urbanas y las rurales se amplía cada vez más. Realidades tan diversas experimentan los estudiantes en Panamá que mientras unos usan tabletas y tableros inteligentes, otros muchos no tienen ni siquiera acceso a agua en sus escuelas. Ni hablemos del acceso a internet. En pleno siglo XXI seguimos cargando con desigualdades del siglo XX.

Es fundamental reconocer que la educación no solo es un medio para el desarrollo económico, sino también un factor determinante en la mejora de la salud pública, en la reducción de la desigualdad y en la promoción de la cohesión social. Una educación de calidad es la piedra angular para construir un Panamá más próspero, inclusivo y equitativo.

Es hora de reconocer que el verdadero desarrollo de Panamá no se mide únicamente en términos económicos, sino en la calidad de vida de todos sus ciudadanos. La educación juega un papel fundamental en este proceso.

Panamá ostenta una serie de herramientas funcionales en pro de la educación, destacándose entre ellas, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en especial el número 4, -Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todas y todos-. Surge una interrogante crucial: ¿Se encuentra realmente la educación de calidad para todos en la agenda de los políticos del país, o estamos destinados a otro quinquenio de promesas incumplidas?

Durante años, hemos depositado nuestras esperanzas en una extensa lista de diálogos y propuestas. Estos aportes se ven limitados si no se traducen en acciones tangibles y medidas concretas que aborden los problemas y desafíos que enfrenta nuestra sociedad.

Es fundamental pasar de las palabras a los hechos. Esto implica convertir las ideas discutidas en políticas implementables y en programas reales con un impacto significativo en la vida de las personas. Es hora de actuar: la necesidad de soluciones efectivas es más urgente que nunca.

Es momento de dejar atrás la retórica vacía y poner manos a la obra. Esto requiere un compromiso real por parte de todos los actores involucrados, así como la voluntad política para llevar a cabo las reformas necesarias.

La sociedad está experimentando un despertar significativo, en el que los jóvenes asumimos un papel protagónico en la promoción de una educación de calidad. En lugar de permanecer pasivos o sólo quejarnos, proponemos soluciones concretas. En 2024 Jóvenes Unidos por la Educación elaboró 24 propuestas presentadas en el documento “24 para el 24″, una hoja de ruta que hemos ofrecido a cada candidato presidencial. Todos ellos expresan su compromiso con la causa. Sólo el tiempo dirá cuál será el destino de la educación en Panamá y quién será el responsable de su avance o retroceso.

La educación es el verdadero impulsor del progreso en Panamá. Si los líderes políticos continúan dejándola en segundo plano, el país corre el riesgo de perpetuar un ciclo de desigualdad y de estancamiento.

Insto a los líderes políticos de Panamá a dejar de lado sus diferencias partidistas y a trabajar de manera conjunta para priorizar la educación como una inversión en el futuro del país.

Es hora de que la educación ocupe el lugar que le corresponde en la agenda política panameña como lo que es: una prioridad indiscutible para el desarrollo integral y sostenible de la nación.

La autora es egresada LLAC 2021 y miembro de Jóvenes Unidos por La Educación.


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