El 2023 fue otro año tumultuoso, en el que los conflictos armados, la competencia geopolítica, el deterioro de la democracia a nivel global y los efectos del cambio climático marcaron la tónica. Desde los golpes de Estado en África a la guerra de agresión rusa en Ucrania, el orden mundial basado en reglas ha sido puesto a prueba una vez más, quedando en evidencia sus límites y por qué no, sus deficiencias. Nuestro país no fue la excepción, pues la explosión social producto del contrato minero y la crisis de legitimidad política sobreviniente reflejan los límites y las deficiencias de nuestra democracia, dando vida a las válidas aspiraciones soberanas y ambientalistas de un sector importante de la población.
Para el 2024 nos espera un panorama similar a nivel internacional. La competencia estratégica entre los Estados Unidos (EU) y China continuará, con los EU intentando acrecentar su influencia en el Asia-Pacífico y China invirtiendo significativamente en el control de puertos extranjeros y la industria que rodea a los minerales críticos. El 2024 será un año importante para la democracia, pues no solo los panameños acudiremos a las urnas, lo harán, también, más del 50% de la población mundial. India, que en 2023 superó a China como el país más poblado del mundo, elegirá a los miembros del Lok Sabha, quienes a su vez designan al primer ministro. Los pronósticos vaticinan una victoria para Narendra Modi y su partido popular indio (Bharatiya Janata). En Indonesia, el país con el mayor número de habitantes musulmanes del mundo, se celebrarán elecciones presidenciales, en las que el militar retirado Prabowo Subianto, actual ministro de defensa y yerno del exdictador Suharto, se posiciona como el favorito, luego de designar como su compañero de fórmula al hijo mayor del actual presidente Joko Widodo.
En ambos casos (India e Indonesia), los desafíos logísticos para llevar a cabo, en un día, unas elecciones para una población de más de 1,400 millones o en una entidad estatal conformada por más de 17,000 islas, son impresionantes, por decir lo menos. Los resultados de estas elecciones en conjunto con las de Pakistán, Bangladesh, México y los EU, marcarán una pauta en cuanto a la erosión continuada de la democracia a nivel global. También será una oportunidad para hacer frente a las amenazas digitales para la integridad de los procesos electorales, incluyendo operaciones de desinformación y el uso de la inteligencia artificial. En el caso panameño, dada la escala y el nivel de sofisticación de estas operaciones, debemos permanecer vigilantes ante la posible injerencia de actores autoritarios foráneos en nuestro proceso electoral. En una nota más alentadora, Taiwán, una de las democracias más vibrantes del mundo, elegirá un nuevo presidente, con el actual vicepresidente, Lai Ching-te del partido progresista democrático como el principal favorito.
En el ámbito de la diplomacia multilateral se llevará a cabo la reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio, las cumbres del G7 en Puglia, Italia, del G20 en Río de Janeiro, Brasil, y del Brics en Kazán, Rusia, así como la COP29 en Bakú, Azerbaiyán. Todos estos encuentros pondrán de relieve las tensiones inherentes a las dinámicas geopolíticas y la actual competencia estratégica. Además, en mayo de 2024 se llevará a cabo la cumbre de la Inteligencia Artificial para el Bien, la cual puede plantear una hoja de ruta global en este importante y delicado tema. Para Panamá, el evento multilateral más importante del año serán las elecciones en la Asamblea General de las Naciones Unidas para un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la organización, a realizarse en junio, en las que Panamá correrá sin oposición para reemplazar a Ecuador para el período 2025-26.
El 2024 marcará el décimo aniversario de la ilegal anexión de Crimea por parte de Rusia y de la revolución de los paraguas en Hong Kong, también se conmemorará el quincuagésimo aniversario de la invasión turca de Chipre. Estas justas nos reiteran la importancia de los pilares del orden mundial basado en reglas, incluyendo el respeto a la integridad territorial de los Estados, a la norma pacta sunt servanda y a la proscripción del uso de la fuerza. También ajustarán setenta y cinco años de existencia la Organización del Tratado del Atlántico Norte y la República Popular China.
El escenario que nos vislumbra el 2024 es uno lleno de desafíos para Panamá y para nuestra joven democracia. El ecosistema democrático a nivel mundial se encuentra en plena erosión, así como el propio orden multilateral que le acompaña. No obstante, a pesar de los múltiples desafíos, a los panameños se nos presentará una oportunidad para incrementar de forma exponencial nuestras capacidades para así aprovechar y explotar mejor las ventajas competitivas que nos ofrece nuestra privilegiada posición geográfica. El 2024 marcará tendencias interesantes a nivel global en cuanto a la democracia y el orden mundial basado en reglas, y para Panamá, además, podría ser un punto de inflexión, ese momento en el que país hizo un pívot en materia de relaciones internacionales y sentó las bases para una estrategia internacional de Estado. Renuevo mis votos para que esta realidad se vea reflejada en los programas de gobierno de los candidatos a la presidencia de nuestro país.
El autor es abogado y profesor de derecho internacional.
