Había ido a San Lorenzo en la época en que había que cruzar en ferry porque estaban construyendo las nuevas esclusas y ya no se podía transitar por el puente que quedaba junto a las esclusas y que se abría únicamente cuando no había barcos pasando.
El asunto es que estaba con un operador de turismo de Alemania y tenía que estar de vuelta en el aeropuerto antes de las 2:00 p. m. Estábamos a punto de subir al auto cuando una señora que estaba hablando por teléfono nos dijo que no podíamos irnos. Le pregunté: ¿por qué no podemos irnos?, y me contestó que se había caído un árbol y que tenía la calle bloqueada.
Aquí debo mencionar que, así como a la gente le gusta hacer ciertos ejercicios, a mí me gusta “tirar machete”, a tal punto que dos amistades me trajeron de regalo del exterior un hacha pequeña. O sea, no necesito excusa para tirar machete y ahora tenía la oportunidad. Así que decidí ir a ver qué tan grande o grueso era el tronco, porque, dependiendo de su grosor, yo podía cortarlo con un machete.
Se preguntarán: ¿Y él carga un machete en el carro? Debo confesar que no, pero en ese entonces siempre había una persona viviendo en el área, una especie de cuidador, y seguro él tendría machete. Así que fui a investigar, y definitivamente, tenía un grosor que me permitía cortarlo en el poco tiempo que tenía, porque recuerden que tenía que estar en el aeropuerto a las 2:00 p. m. a más tardar.
Regresé a San Lorenzo y le pregunté al cuidador si tenía un machete. Me respondió que para qué lo necesitaba, y cuando le conté para qué era, no solo me prestó su machete, sino que me acompañó con su hacha. Así que nos pusimos a tirar machete y hacha mientras el alemán, asombrado, nos filmaba. Normalmente, cuando un árbol se cae, es el árbol solamente, pero aquí en el bosque tumbó un montón de lianas, al punto que no se podía ver a la altura de dos metros. En fin, le entramos a machetazos y hachazos al árbol, y el alemán no podía creer lo que veía mientras filmaba el acontecimiento. Cuando ya pudimos ver algo del otro lado del árbol, nos llevamos la gran sorpresa de que había como cinco personas con machete en mano cortando el árbol también. Imagínense, si nosotros nos sorprendimos, qué habrá pasado por la mente del alemán.
Cuando ya pudimos despejar la vía para poder pasar, el turista me dijo: “En Alemania hubiéramos tenido que esperar horas hasta que llegara el equipo especializado para remover el árbol. “Pero aquí no termina el relato, en caso de que te preguntes… ¡Llegamos al aeropuerto a tiempo!
El autor es guía turístico de la Asociación de Guías de Turismo de Panamá.