El caso Fenton: una historia de nunca acabar

Nací el 12 de enero de 1964 en el complejo hospitalario de la Caja del Seguro Social. Tres días antes, el jueves 9 de enero, el país fue sacudido por un movimiento popular que reclamaba la presencia de nuestra bandera nacional en el territorio conocido como la Zona del Canal. Me contaba la autora de mis días que, en ese entonces, el Seguro Social era una “tacita de oro”, donde la atención y las instalaciones eran de primer nivel. Un hospital moderno que brindaba las mejores comodidades a los asegurados de la época. Tomando en cuenta que esta infraestructura había iniciado operaciones el 1 de junio de 1962, no era para menos lo que describía mi madre sobre la atención que recibió. Sin embargo, muchas cosas han cambiado en el Seguro Social para mal de los asegurados. Desde la década de los 80, el Seguro Social fue funcionando de tumbo en tumbo, siendo el botín y caja menuda de los militares y de los gobiernos de turno (entiéndase PRD), lo cual ha convertido a esta institución en una de las más cuestionadas en los últimos meses. Literalmente, es un paciente en cuidados intensivos que están intentando revivir.

Y es que en los últimos días, las redes sociales se han hecho eco de las penurias que está pasando el protagonista de esta historia. Marco Fenton Achurra, uno de los actores principales de la gesta del 9 de enero, apareció recostado en una camilla ubicada en uno de los pasillos de la Caja del Seguro Social, causando toda clase de comentarios e indignación por esta situación ya recurrente y hasta normalizada en nuestra primera institución de salud. El caso del señor Fenton es uno de miles que se repiten a diario en el Seguro Social. Decenas de pacientes bordean el pasillo del cuarto de urgencias en espera de una cama disponible en alguna de las salas del complejo. Solo los que en algún momento hemos tenido un familiar en esa situación sabemos lo deprimente y triste que esto puede ser. Recuerdo a mi tía, llevada a urgencias por algunas complicaciones, donde padeció casi 4 días en uno de los pasillos de urgencias con muchos asegurados en las mismas condiciones de hacinamiento, y en donde, al segundo día después de complicarse, comenzó a alucinar ante nuestra molestia y petición de que le consiguieran una cama en alguna de las salas para una mejor atención. Yo sé lo que siente el señor Fenton. La impotencia y el enojo se apoderan de uno. Y no basta que el señor presidente interceda para garantizar la atención del patriota y verificar sus necesidades médicas, porque son cientos de personas las que están en la misma posición. Es querer tapar el sol con una mano. Tampoco basta que visite las policlínicas saludando a los asegurados y estrechando las manos, prometiendo que todo cambiará, tal como lo hizo en la de San Francisco hace un par de meses, donde yo estuve presente. No basta ser bonachón… hace falta poder de decisión y actuar rápido y con mano dura. Le informo que todo sigue igual. Largas filas para sacar medicamentos con el mismo sistema de hace 40 años y con el clásico “no hay”.

Todo anda mal. En 2022 tuve que viajar a Aguadulce a realizarme una resonancia magnética de próstata porque, en el complejo, el equipo para realizar este examen tenía más de 3 años de estar dañado y no habían comprado la pieza. Solo había 2 lugares para hacer este examen… Aguadulce y Chitré. Y ni hablar del tiempo de espera entre sacar la cita para el examen y realizarlo. De instrucciones para que hagan una purga en los hospitales y policlínicas del seguro y encontrará una fábrica de botellas que contribuyen a hacerlo más ineficiente y con un alto costo de planilla innecesaria.

Soy un fiel convencido de que la única forma de que estas historias de terror que salen del Seguro Social se acaben será el día en que exista una ley que obligue al presidente de la República, a ministros y diputados a atenderse en hospitales públicos del país. Que no sea como ese expresidente que ponderaba su gestión frente al seguro y salía a atenderse al exterior.

Recuerde, señor presidente, que usted no gobierna para Narnia, gobierna para los panameños, donde existe una cruda realidad en materia de salud. ¡Una grave situación! Usted está pensando en destinar millones a un hospital de mascotas cuando aquí las policlínicas y los centros de salud piden a gritos mejores equipos e insumos. Deje esa locura y estoy seguro de que el pueblo lo apoyará. Ya el pueblo está harto de estos proyectos que terminan en escándalo, sobrecostos, y, en este caso particular, no veo la urgencia necesaria.

Que la imagen del patriota Marco Fenton Achurra sea una historia del pasado. Los asegurados son humanos que sienten, y lo que se vive en el complejo es inaceptable e inhumano. Antes de pensar en proyectos faraónicos, invierta en el pueblo… no decepcione a ese 33% que le dio el voto. Su mejor legado seguro será darle a los panameños la atención de salud que se merecen en todo el país.

El autor es publicista.


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